Otra ideica de esas para recortar gasto público. Y más en los entes municipales tóxicos o medio-tóxicos: que se exima a la oposición inútil de asistir a los plenos, y de cobrar dietas, y de percibir cualquier otro dinero. Aplíquense al caso las sabias palabras de San Pablo: que no coma quien no trabaje. El sistema prima a quien acapara la mitad mas uno de los sufragios, la mitad mas uno de las poltronas, de forma que el pataleo del 40% es inútil. No trabajan porque no les dejan. Pero el hecho es que no trabajan, y además a menudo molestan. Alcaldes hay que serían menos chulescos, más ecuánimes, si no tuvieran público. El sistema inutiliza a la leal oposición. Desde Rajoy hasta el último concejal minoritario, el que no ha llegado se queda sin nada, salvo con las dietas. Así que una de dos, o suprimimos las prebendas y mandamos a esos señores a casa, a producir, suponiendo que tengan un trabajo honrado, o bien nos las arreglamos para introducir un sistema de doble o triple vuelta electoral. Pero no para repetir las votaciones hasta que quede solo un tirano provisional mayoritario, sino por asegurarnos de que ninguno de los candidatos obtenga la mayoría absoluta.
Jerónimo Erro