Imaginen por un momento que toda la publicidad que llega a nuestras manos, que todos los papeles y pantallas que tuviéramos delante en nuestro día a día, fueran como los panfletos de la señora Barkos/Barcos. Que todos los correos electrónicos, todos los grupos de guasap, todos los anuncios de la radio, todas las etiquetas de las conservas, todos los prospectos de los medicamentos, todos los letreros de «se vende», todos los mensajes grabados de todas las teleoperadoras, todas las tarifas y menús de todas las peluquerías y de todos los talleres y de todos los bares, fueran bilingües con preeminencia de la lengua vasca…
Afortunadamente casi sólo cometen esta estupidez del bilingüismo obligatorio los que tienen a su disposición el dinero público que, como todo el mundo sabe, resulta que «no es de nadie». Si tuvieran que pagarlo de su bolsillo se lo pensarían antes. Como hace cualquier empresario o comerciante normal cuando redacta sus mensajes pensando en comunicarse mejor con la gente y no en convertirla a su pseudo religión lingüística.
Por otra parte así no van a convertir a nadie al rollo euskadiano. Los navarros no euskaldunes veíamos naturalmente con simpatía la existencia de la lengua vasca. Hasta ahora. Pero al imponerla así, y dándole además preferencia en la cartelería, nos la están haciendo odiosa. Porque cuando en los mensajes de tu Administración te bombardean con cosas en una lengua que no entiendes te causan una molestia permanente e innecesaria.
No es válido el argumento de que pueda haber navarros que necesiten leer las cosas en euskera para enterarse. No es verdad. En Navarra hoy toda la población, toda, entiende el idioma español o castellano perfectamente. En la zona llamada «vascófona» (que en realidad debería llamarse zona mixta porque en ella sólo la mitad o menos de la gente habla en vasco) podría estar justificada la rotulación bilingüe. Pero en el resto de Navarra es una molestia. Simplemente. Una molestia que se multiplica y se convierte en hartazgo cuando caes en la cuenta de que la intención de los políticos nazionalistas para hacer eso no es comunicarse mejor con la gente sino marcar el territorio para asimilar a Navarra en su engendro euskadiano imaginario. La prueba es que cuando quieren comunicarse contigo, cobrarte algo o pedirte el voto siempre lo hacen en castellano.
El daño que está haciendo la obsesión nazionalista euskadiana a la convivencia entre los navarros -y de paso a la auténtica cultura vasca- es gravísimo. Será muy complicado corregirlo como no cambie el discurso atontao de los no-nazionalistas.
Un comentario
La zona mixta hay que eliminarla, porque no tiene nada de mixta. Es un atropello para la mayoría de navarros