Es algo muy típico de los progres. Que les cuesta muchísimo ser coherentes con su vacio religioso. Cada vez que discurren una metáfora lo que les sale es algo que tiene que ver con los personajes de la Biblia. ¿Se acuerdan de cómo hablaba Anguita? Pues lo mismo les pasa a los separatistas vasquistas postcristianos. Ahora resulta que los vascongados que mantienen las dantzas en suelo americano, por ejemplo, no son “emigrantes”, como Usted podría pensar. No. Ellos no son como los españoles en Alemania, o como los gallegos en Venezuela. Ellos son “la diáspora vasca”. Porque su pueblo, como el de las doce tribus, es poco menos que el “elegido”, y su éxodo actual por ese desierto imaginario que es el victimismo es la promesa de que pronto heredarán la tierra que les pertenece. Ya se ve que la enfermedad nacionalista afecta mucho a la visión. Si no, no se entiende que quieran contar para sus planes separatistas con los peneuvistas argentinos y en cambio que ignoren absolutamente a los alaveses, guipuzcoanos y vizcainos que se han marchado no “buscando hacer fortuna” sino, sencillamente, aburridos y asqueados, buscando vivir en paz.
Jerónimo Erro