Carísima. Y no solo por lo que cuestan los candados, las alarmas, los guardias y los guardias de los guardias. También porque cosas como el maldito euribor dependen de este concepto. Y el precio de tantas cosas. Y las barreras, y las puertas, y los envoltorios. Y la burocracia eterna. Cuando el nivel de desconfianza sube la vida social se atrofia y no funciona si no es lubricada de forma artificial por el dinero, el sueldo, la dieta o la mordida. La razón de ser del Estado no es otra sino el establecimiento de un buen clima de confianza. Un clima que, como la salud, es indefinible. Y que posiblemente no se aprecia mas que cuando se pierde. La confianza social plena es imposible en este mundo, pero deberíamos ser conscientes de que existen cosas que nos acercan y otras que nos alejan del ideal. Nos aleja por ejemplo toda huída hacia adelante que pretende mejorar la confianza con amenazas, reclamaciones, seguros y multas. Nos acerca, por ejemplo, la extensión de yugos suaves como el que predica la fraternidad del cristianismo. En nuestras manos está, porque somos libres, resolver esta cuestión. Incluso bien mirado, desde el punto de vista de la tacañería presupuestaria.
Un comentario
El reglamentismo, la huída del funcioinario o responsable político de cualquier posible riesgo derivado de un error, conlleva que no se apueste por lo novedoso, lo no probado, porque nadie sabe si acabarábien o mal. Es el país de lo políticamente correcto; de la medicina defensiva (necesita mil pruebas para descartar el error) el derecho defensivo (los funcionarios no pueden salir una coma de los estrechos márgenes del texto reglamentario, la Administración no se puede equivocar) la empresa defensiva (no se contratan trabajadores, porque cuando haya que despedirlos no sabremos si hay que pagar 0, 8, 20, 33 o 45 días de indemnización por año trabajado: decide el juez, y a precio de oro = cierro mi empresa, o trabajo yo solo).
Tenemos que simplificar las reglas, admitir que el riesgo es necesario, porque la seguridad absoluta lleva al anquilosamiento. En Haití había niños con tres años de expediente de adopción. AHora se ha perdido y habrá que reiniciarlo. Evitar el riesgo de una adopción errónea produce la infancia en una inclusa de Haití por 3/6/9 años.. Lo mejor es enemigo de lo bueno. ¿Y qué será de los cientos de miles que no podrán ser guardados hasta que termine la burocrática defensa de su derecho a lo mejor?