Mi fe en el libre mercado se tambalea. Al menos tal como nos lo presenta su versión oficial. La desaparición en las últimas décadas de ciertos monopolios vino acompañada de una intensa propaganda que repetía como una letanía este pequeño dogma: «la competencia es buena para el consumidor». ¿Se acuerdan? Pero la maestra de la ciencia, la experiencia, nos ha aportado ya demasiados datos como para sospechar que no era para tanto. ¿Qué ha sucedido por ejemplo en el terreno de la telefonía? Prescindiendo de la movilidad y los servicios de las últimas tecnologías lo cierto es que los consumidores somos víctimas, un día si y otro también de publicidades engañosas, letras pequeñas leoninas, votos de permanencia, ofertas acosadoras. No hay manera de elegir racionalmente el contrato que más nos interesa. Y así al final se nos queda la misma sensación del automovilista frustrado que siempre se cree encajonado en el carril de los torpes. La teoría del libre mercado pura y dura es bonita. Pero ¿es real? El pluralismo total que nos quieren vender se parece más al oligopolio sospechoso que a la libre iniciativa. Por eso al final, en todos los sectores, incluso en el electoral, todo se reduce al predominio de dos o tres marcas. Pásate a A si no te gusta B, te dicen. Pero llega un momento en que te cansas y entonces entiendes que todo esto no es mas que un simulacro de libertad. Terminaron con los antiguos monopolios, sí, pero también están acabando con la vida efervescente de los emprendedores que no necesitan más leyes, sino leyes justas.
Jerónimo Erro
4 respuestas
No se agobie, don Jerónimo. La competencia es buena. Y la prueba es su propio nombre porque, si no lo fuera, sería incompetencia. El problema es la complejidad de los mercados y la cada vez mayor diferencia entre las habilidades del ofertante y la capacidad del demandante. En estas condiciones, para limitar el más que probable abuso, la tentación es pedirle al papá Estado que nos proteja con leyes. En mi opinión a la larga es más eficaz el espabilamiento del consumidor. Además, aunque esto último no sea la panacea, resulta mucho más digno.
El paso del monopolio a la libre competencia siempre es objeto de estudio. Que desaparezca un monopolio no quiere decir que, de la noche a la mañana, pierda toda su parte del pastel. Además, si así fuera, es que los antiguos monopolistas serían tontos y no suele ser así. Además una vez que entran nuevos actores, cada uno quiere mantener su trozo de pastel conquistado y la mejor manera es mantener el status-quo. Es decir, hay que colocar barreras y es preferible pagar una multa que liberalizar el mercado. Eso sí, a largo plazo no es sostenible ya que ocurren tres cosas: – el consumidor espabila, – los gestores se cambian y – todos calvos.
VG lleva mucha razón, una tilita don Jerónimo. No falla el mercado, fallan las leyes de políticos que nunca llegarán a estadistas, sólo preocupados por llegar al poder y ganar elecciones a costa de lo que sea: por ejemplo, Zapatero vendería a su madre, de hecho ya nos ha vendido a todos al PNV con tal de llegar al 2011. No le importa que luego eso provoque situaciones que se lleguen a descontrolar, para entonces ya estará en un retiro dorado financiado por las empresas a las que ha favorecido desde su personal ejercicio del poder: Acciona, Roures, etc
Don Jerónimo.- la competencia no es el problema. El problema son las condiciones generales abusivas. Y eso se arregla con INDEMNIZACIONES PUNITIVAS que pueda imponer cualquier juez de primera instancia, como en EEUU.
El primer día que una Cía telefónica tenga que pagar 100 millones de euros a unos demandantes por mal servicio o por maniobras de fraude (eso de hacer imposible darse de baja, vincular contratos a permanencia, permitir a timadores el uso de teléfonos y SMS de pago, concertar los precios, etc..), se acaba el problema.
El segundo toque sería imponer PENAS DE CARCEL a los altos directivos responsables de esas malas prácticas. Bastaría con enviar un burofax de denuncia de los hechos a la empresa, y si no se da respuesta satisfactora, RESPONDE CON SU PATRIMONIO PERSONAL el directivo (ese que nunca está a nuestro alcance, cuando hablamos con el operador). La pena de INHABILITACIÓN para el empleo por cinco o diez añitos, haría maravillas en la sensibilidad de esos ejecutivos..
El tercero, LA DIVISIÓN DE LA COMPAÑÍA en otras más pequeñas y su posterior venta en bolsa o a otras empresas.. el objetivo no es obtener plusvalías, claro, sino romper los núcleos de poder de megacorporaciones que se perpetúan y causan daño económico a la sociedad, restringen la competencia y falsean los precios (por cierto que la concertación y la maquinación para alterar el precio de las cosas, son delito actualmente… nunca aplicados).
Estamos en una situación de ABUSO de estas empresas, por no hablar de Bancos, Cajas y Seguros. Y al abuso -que es un auténtico robo civil- hay que acometerlo enérgicamente, con reglas claras, einstar a jueces y fiscales a aplicar resueltamente el código penal ante tales abusos. Uno puede ir a la carcel por hurtar objetos por 500 euros, o por tener unos gramos de droga.. pero qué dificil es que el directivo -que son gente bien, aunque roben a millones de españoles todos los días- entre en el ojo de la aguja de la cárcel!