El estado es insostenible. Esta idea incontestable va calando incluso en las mentes más ideologizadas azuzada por la realidad y por las cuentas. La gente está muy harta de sufrir para mantener un estado asfixiante. De darlo casi todo para ver si luego caen algunas migajas del festín derrochador. ¡A ver cuándo se acaban de dar cuenta los presuntos indignados que protestan «contra los recortes»!. Piden más funcionarios y les mandan a la policía. Piden más recursos públicos y mandan inspectores. Piden auxilio y auxilian a los estranguladores. En el fondo les están dando lo que piden.
Mientras tanto la verdadera batalla política se libra en la zona enmoquetada. Eso de insostenible quiere decir que ya no hay botín para tanto caco. O, siendo bienpensados, que no hay soldada para tanto servidor del pueblo. Hoy acaba de anunciar el gobierno la creación de una comisión que estudiará el adelgazamiento de todas las administraciones. Es sintomático que con la que está cayendo hayan tenido que esperar hasta hoy para hacer ese anuncio. Ahí se ve lo mucho que les cuesta. Porque lo que se están jugando no es tanto unos cientos o unos miles de sueldos sino el mismísimo poder. La posibilidad de mangonearlo todo en nombre de la democracia. Ese poder absoluto que dicen «que nos hemos dado todos los españoles». Y perderlo, créanme, para el que tiene el gusanillo, es un dolor.
2 respuestas
Hemos llegado al nudo gordiano de la pura realidad. Tómese el mismo camino que Alejandro Magno.