Si el fútbol fuera un deporte estaríamos escandalizados de las cosas que se nos están contando sobre nuestro viejo Osasuna. Pero como resulta que es un negocio, o un recurso turístico, o una marca, o un espectáculo… no queda mas que hacer un reproche cínico: «¡tontos! que os han pillado». Porque, vamos a ver, suponiendo que eso de la moral fuera una cosa relativa ¿qué sería más inteligente para una ciudad? ¿Reunir unos cuantos millones con los que fichar a un saltimbanqui internacional que mete goles, o utilizar los dineros para amañar resultados? Lo primero es más elegante, pero sin duda es menos deportivo. Porque si lo único que cuenta es ganar, estar en primera a costa de lo que sea, rentabilizar una marca, dar el pego… ¿qué habría de malo en convertir la liga de fútbol en una especie de lucha libre mexicana por equipos? ¿Por qué no declarar el amañe de resultados un deporte… de riesgo? Pues, señor mío, hay de malo que esto luego no hay quien lo pare. Y que al final va a tener razón el demagogo de moda. Que lo que tenemos por acá es la mafia, pero no precisamente una mafia gubernamental -que algo se va sabiendo de ello- sino varias mafias, grupos de listillos, personas sin principios… y que encima les pillan.