La verdad es que el coche me gusta, lo confieso. Su discreta elegancia me llama la atención. Así que a lo mejor todo es envidia cochina y es por eso que no me resisto a utilizarlo insistentemente como metáfora de la corrupción legal que padece nuestro sistema político. El phaeton es, según el fabricante alemán de «coches para el pueblo» (volks-wagen) su «obra maestra». No debe ser sencillo hacer obras maestras por menos de los 76.100 euros que cuesta es phaeton básico. En cualquier caso es una satisfacción saber que el Gobierno de Navarra, pudiendo disponer por el mismo precio de102 polos «made in Navarre» cuenta con 17 obras maestras, además del audi blindado del presidente que pesa y cuesta tres o cuatro veces más que un phaeton sencillico. Me dirán que con estas ironías me pongo demagógico y que expongo a los señores consejeros al riesgo del magnicidio pero creo, sin más, que conviene que todos seamos conscientes de estas cosas. Y no porque hayan llegado los tiempos de las vacas flacas sino principalmente porque la ostentación de coches, cenas y despachos chirría un poco, creo, con la presunta superación de la sociedad clasista que nos predican desde hace doscientos años. Dense un garbeo virtual por esta web: http://www.volkswagen.es/es/es/modelos0/Phaeton.html . Entornando los ojos mientras juguetean con el ratón de su ordenador podrán disfrutar por unos instantes de la ilusión de sentirse parte de la nueva nobleza de los altos cargos.
Un comentario
Qué va, no esta Ud. nada desacertado, apreciado director: tiene toda la razón. Además, no es cruel, ni hiere, ni ofende.
¿Sabe que creo que tendrían que hacer los consejeros, y el Sr Sanz con esos coches? Usarlos. Ir a las reuniones con los funcioinarios que van a ver recortados sus sueldos. Ir a visitar a los jubilatas que se quedan con las pensionicas congeladas, saludar desde la calle las manifestaciones de gente en paro. Habría que aparcar los 17 phaeton todos los días delante del Parlamento, y en el Palacio del Gobierno.
¿Y sabe para qué, don Jerónimo? Para que pasen vergüenza cuando los usen cuando escuchen invectivas más agudas que sus suaves admoniciones; para que se apuren, sientan subir la color al rostro. Y para que reflexoinemos -tambien nosotros- si nos conviene más mirar bien lo que pagamos y gastan nuestros políticos, y dejarles sueltos como hasta ahora, o ponernos serios, y poner orden en partidos, sillas, sillones y dietas.