La tontería del «derecho a decidir» es una estrategia cobarde y tramposa. Es un descansillo mentiroso en la argumentación de las intenciones morales o políticas. Cuando uno sabe bien qué es lo que quiere y por qué lo quiere lo más noble sería decirlo, o pedirlo… o incluso robarlo. Pero está visto que la vía directa no sirve a los intereses de los caprichosos, ni de los divorcistas, ni de los abortistas, ni de los suicidas, ni de los separatistas… La gente sensata nunca vería con buenos ojos -si pudiera verlas en toda su crudeza- cosas terribles como la ejecución de un inocente, la ruptura de un juramento, un suicidio o la separación de un territorio hermano. Por eso los sectarios de todo pelaje se han sacado de la manga este argumento talismán: «el derecho a decidir», que lo mismo vale para un roto que para un descosido.
«Derecho a decidir» suena a liberalismo consecuente y por eso no encuentra quien lo contradiga desde el ámbito de lo políticamente correcto. El «derecho a decidir» se nos ofrece como un derecho humano «inalienable» pero no es mas que la antesala de la imposición. El auténtico derecho a decidir, el que no necesita proclamaciones solemnes de ninguna clase, no se lo discute nadie señores nazis. ¿Acaso no tienen Vds. bien decidido ya su proyecto? Pues adelante con él. Sean valientes y muéstrenlo a la vista de todos. No mareen la perdiz. No nos hagan perder el tiempo. No nos engañen.
Un comentario
Es la manipulación del lenguaje. Ahora «sacarte del euro, corralito, perder los ahorros, volver al dracma que devaluarán al nivel de drama, y meterte en una economía autárquica, filorrusa prosoviética y prochinocomunista» se dice «ejercer los derechos democráticos».
Sigan tomando nota los ilusos…