DEPENDENCIA O INDEPENDENCIA Al gobierno de España parece que le da pena que no seamos todos un poco más “dependientes” o un poco más “discapacitados”. Así podría ejercer más a sus anchas ese papel de Papa Noel paternalista y subvencionador que le caracteriza. Ahora le toca el turno del rodillo legislativo a lo que antes se llamaba el “cuidado de los ancianos y enfermos”. El programa está claro. Se trata de sustituir las obras de misericordia por leyes y más leyes. Es como una especie de nuevo fariseismo que no sabe mas que reprimir: hacer nuevas leyes para corregir las trampas que provocan las leyes anteriores. Pronto harán una “Ley sobre la Amistad” y nos dirán que a ver cómo se nos ocurre andar con malas compañías, o invitar a nuestro cumple a cualquier “fascista”. Pero es que se veía venir. Primero se cargan la familia declarando ilegal el matrimonio para toda la vida. Luego, es lo más lógico que se atrevan a hurgar en los entresijos de la institución familiar y a decirnos qué es lo que tenemos o no que hacer cada uno en casa. Dentro de nuestra casa. Con nuestros abuelos. Con nuestros enfermos… O con nuestros amigos. Es muy loable que los políticos se preocupen de que se cuide a los “dependientes”. Y así habría de ser en los casos más graves. ¿Pero no sería mejor que nos dejaran en paz para poder cuidarlos de verdad? El recurso de crear cientos de miles de puestos de trabajo es electoralista y falso. Porque en lo que están pensando es en contratar a cientos de miles de ecuatorianas que a su vez van a dejar desatendidos a los suyos. ¿O es que se creen que las ecuatorianas no tienen también abuelos, y enfermos, y niños propios y “dependientes” que cuidar? No se quejen después de que esos niños acaben “desmadrados”; porque si no tienen familia tal vez la sustituyan por una banda de moda. Navarra no puede ser una excepción ni una isla en todo este proceso. No se piensen los legisladores forales que todo será más bonito sólo con poner un logotipo navarro en el mismo papeleo de la “Ley de dependencia”. La foralidad podría, en este como en otros casos, salvarnos si quisiéramos del desmadre general. Si quisiéramos. Jerónimo Erro