Muchos votantes de derechas, no aceptaron de buen grado el comportamiento del Gobierno Rajoy, en las pasadas elecciones andaluzas. ¡Se han enfadado tanto! que de sus votantes perdidos, los más se han quedado en casa, otros han emigrado votando a Ciudadanos, y unos pocos cabreados incluso han votado a Podemos. No solo ha sido por no cumplir el programa, es sobre todo por temas tan importantes como su falta de empeño en la lucha contra su corrupción, y también de manera muy importante por su mal comportamiento en el tema del aborto, primero retirando el proyecto elaborado por ellos, y luego diciendo que cumplían su promesa, con el apaño chapuza de las menores.
En cambio si analizamos el comportamiento de muchos votantes de izquierdas, observamos un comportamiento bien distinto a los de derecha. La izquierda se comporta más como si fueran feligreses de una iglesia, donde se les perdona a sus representantes todos sus malos comportamientos, tanto los de sus corrupciones, como de sus incumplimientos, y mas tarde se les vuelve a votar en un porcentaje muy importante.
Los más sesudos comentaristas madrileños, se asustan ante la inestabilidad que produce la pérdida de peso del bipartidismo. De una Andalucía con tres partidos en el Parlamento, han pasado a ser cinco partidos los que han entrado en juego. ¡Que no nos lo digan a los navarros! que actualmente contamos con seis, camino entre siete u ocho partidos en el futuro Parlamento Foral.
Siempre debería imperar la búsqueda del interés general, que se abordasen los distintos temas con sentido común, buscando el entendimiento entre los partidos, cosa que se debería conseguir en un buen número de cuestiones. Junto con la utilización de buenas argumentaciones, no fanáticas. Debatir dentro de la confrontación de ideas y del respeto a todas las personas. La inestabilidad de los populistas que cuestionan el sistema salido de la Transición parece que no va ha tener tantos adeptos como aseguraban ciertas encuestas de intención de voto y muchos tertulianos, cosa que dificultaría la salida de la crisis política. El panorama se pone interesante. ¿Quién puede sostener que está aburrido?