Tolerancia cero. Discriminación positiva. No-transvase. Crecimiento negativo. Desaceleración. Miembros y “miembras”. ¿Cómo no vamos a ser nostálgicos? Hubo un tiempo en el que los heterodoxos eran gente razonable. Podían apoyarse en una superstición no demostrada, como la del mito del “buen salvaje” por ejemplo, pero salvo ese cimiento todo su discurso procuraba ser lógico. Reduccionista, pero racional. Ideológico, pero argumentado. Se podía discutir con ellos porque no negaban la utilidad de una buena discusión. En el fondo creían, como el Machado heterodoxo, que ni “tu” verdad, ni “mi” verdad sino “la” verdad era lo que habíamos de salir juntos a buscar.
Pero ahora ya no existe mas que “mi” altavoz, “mi” dinero y “mi” fuerza. “Mi” apoyo mediático, “mi” triquiñuela para ningunearte en la prensa y “mi” rodillo parlamentario. Y todo eso concretado en una ley que “va a Misa” porque lo dice el 51% del Parlamento y punto. ¿Verdad Sr. Alli?. ¿Verdad Sr. Enériz?. El relativismo no soporta ni el diálogo ni el debate. Los ve como una tediosa pérdida de tiempo. Como Mussolini, creen que el poder (y el BOE) están ahí para que el más fuerte (da igual que lo sea en euros, en pistolas o en votos) haga lo que le de la gana. Las patadas que un día tras otro dan sin compasión al diccionario y a la gramática no son una mera anécdota sino la confirmación de que para ellos nada ni nadie puede quedar al margen de su hipertrofiada voluntad política.
Los que no hemos perdido la confianza en la razón, precisamente porque nunca se nos ha ocurrido convertirla en una “diosa”, estamos desesperados por encontrar gente que sepa y quiera discutir en vez de avasallar. Por favor, avisen si conocen a alguien.
Jerónimo Erro