¿Verdad que suena rancio? Desde que los asuntos del Olimpo fueran recluidos en la conciencia del individuo es como si ya no existiera tamaño pecado. La legislación española eliminó la blasfemia como delito en 1988. Sin embargo la realidad es tozuda y el problema continúa. Los que en virtud de una tolerancia sospechosa permitieron la maldición impune de lo más sagrado para un católico se plantean ahora la represión de las frases que sean hirientes para los musulmanes. Y luego está la «blasfemia laica» que eso si que es una cosa actual aunque la hojarasca de lo políticamente correcto camufle la verdadera entidad de la cuestión. Estoy pensando, por ejemplo, en las campañas institucionales que año tras año, con demasiada frecuencia, dedican las administraciones públicas, con dinero público, para influir en la conciencia y en los usos y costumbres familiares. La campaña presuntamente antimachista que ha inundado los programas de fiestas de nuestros pueblos, por ejemplo, ¿qué es sino un intento político de influir en ámbitos puramente personales y familiares? No quiero entrar ahora en la motivación o el contenido de una campaña que en su fondo ideológico suena a teorías «de género». De momento me quedo con esta observación: que en cuestión de totems y tabúes no hay nada nuevo bajo el sol.
Jerónimo Erro
2 respuestas
Permítame que vaya al inicio de su comentario. A la Blasfemia «religiosa». ¿No cree usted que se podría hacer algo más?. Yo no se qué, pero ¿en cuantos programas de la televisión pública (osea nuestra) se escuchan salvajes blasfemias?. Y no sólo eso, sino que se pone en ridículo a la Religión Católica (este verano en un diario nacional se decía «Han desalojado Eurodisney» (y se hablaba de el desalojo del Santuario de Lourdes). ¿Por qué salen gratis estas cosas?
Tampoco sé que se podría hacer, pero algo, además de mandar una carta al medio seguro que está a nuestro alcance.
Lo dejo a la consideración de la inteligencia colectiva.