_{1 Diciembre de 2024, primer domingo de Adviento}

Hace muchos años leí un poco por provicasualidad «Los tres diálogos y el relato del Anticristo» del filósofo ruso Soloviev. Escrito en 1899, me pareció bastante más acorde con la visión del príncipe de este mundo y de la mentira que quizá la imagen de cuernos y rabo que había ocupado el imaginario colectivo del pueblo fiel durante siglos. Escrito meses antes de pasar a mejor vida, es un relato sumamente breve. Avisa de cómo el mal con apariencia de bien en la cumbre del poder político podría ser esa especie de «anillo de poder para dominarlos a todos» con permiso de lo que Tolkien popularizara años después.

Además de un libro treméndamente profético, el relato del Soloviev fue quizás una precuela del mucho más amplio y completo libro «el amo del mundo» del clérigo anglicano Benson. Publicado en 1907. Un libro que ha recobrado cierta popularidad al ser recomendado por el papa Francisco, y una joya de ciencia-ficción distópica con muchas sorpresas teniendo en cuenta cuando se escribió.

En la misma línea de denuncia y de activación profética podríamos incluir «el hombre que fue jueves» de Chesterton, que aunque de manera más indirecta trata de la conspiración para el control mundial del mal con engaños y mentiras. Publicado en 1908, y es de suponer que habría leído a su compatriota Benson. Por cierto que los dos pasaron del anglicanismo al catolicismo.

Y aunque quizá se salga un poco de la saga y asunto principal, me venía a la cabeza el siempre interesante libro de Lewis «cartas del diablo a su sobrino«. Se publicó por entregas semanales en una revista inglesa para estupor y sorpresa de alguno de sus piadosos suscriptores que se dieron de baja al no entender el verdadero objetivo de tan brillante libro. Quizá pensó Lewis que si Cervantes pudo hacer un libro parodiando a los folletines de caballerías con su Quijote, quizá él podría hacer algo similar con sus famosas «cartas…» parodiando y poniendo al descubierto las tretas de Enemigo. Publicado en 1942.

En la misma saga estaría el magnífico libro «el padre Elías» publicado en 2006 por el canadiense O’Brien. En todos ellos podemos ver una persona de carne y hueso donde ha entrado el espíritu del anticristo para ser instrumento de dominación. Con aire de novela policiaca y espionaje a lo novela negra con un protagonista inesperado: Un antiguo judío sionista que se convierte al catolicismo y se hace monje. A sus setenta años recibe una misión secreta del Papa, encontrar y desenmascarar al anticristo, el flamante presidente de la unión europea. Ahí lo dejo.

Sin embargo el preludio de todos ellos y de la visión más renovada de la cuestión en época contemporánea se podría encontrar en los «cuatro sermones del anticristo» del beato cardenal Newman. Fueron predicados en los cuatro domingos de Adviento de 1835.

Newman era entonces anglicano y diez años después se incorporó a la Iglesia Católica. Con los títulos «el tiempo del anticristo», «la religión del anticristo», «la ciudad del anticristo», y «la persecución del anticristo», fueron recogidos en formato libro. Especialmente recomendable la versión en español de la editorial El Buey mudo de 2010.

¿que tienen en común los relatos del Anticristo?. El espíritu del maligno se encarna en una persona que deslumbrará y cautivará. Mucha gente seguirá a ese «falso profeta» que bajo la apariencia de un bien oculta el mal. Para más información otro libro recomendado: Apocalipsis.

¿Son Macron, Zapatero, Sánchez o la mismísima Ursula aprendices de anticristo?. Podrían serlo, aunque meros «aprendices de«. También los primeros cristianos llamaron así a Nerón en el siglo I, y a Federico Barbaroja en el siglo XIII. Nadie sabe el día ni la hora. Pero lo que sí sabemos es quien ha vencido y que el mal no prevalecerá.

Y la pregunta maliciosa que les ronda desde que vieron este título, ¿Es Pedro Sánchez el anticristo?. A su favor como candidato al puesto: llama bien al mal. Y de su persona emana la mentira con una fluidez tal que es imposible dilucidar si hay algo de verdad en todo ello aunque solo fuera como accidente. Por otra parte destila un aire ultra narcisista y autorreferencial, con una mezcla de un charo-mesianismo no apto para todos. La obsesión por el poder político, el ansia de dominio y control patológico son sin embargo tan evidentes que sólo engaña a su parroquia. Esa falta de disimulo le inhabilita para ser realmente un serio candidato al anti-puesto. Tampoco es un dechado de virtudes aparentes aunque use el lenguaje veintetreintañero (2030) de los falsos dioses. ¿Influencia anticrística? toda. Pero aprendiz de brujo al fin y al cabo, y mísero mortal. Ni siquiera ha sido capaz de colocar quien le susurre a su pérfido oído aquello de «recuerda césar que eres mortal», o el «memento mori». Seguramente le despidió porque le hacía sombra con los laureles. Conclusión: no lo es.

No dejen de leer estas navidades todos esos libros, no le defraudarán. Sin olvidar que no hay que tener miedo a quien ya ha sido derrotado. En palabras del Salvador verdadero: non praevalebunt. Osease, que las fuerzas de infierno no prevalecerán.

Spoiler: Cristo vence.