Es que cualquier día nos pasa a nosotros. Quiero decir que más cerca de este reino. No quisiera contribuir al estres ultraecologista pero los vertidos tóxicos que se están lamentando ahora mismo en el Danubio y el Canal de la Mancha preocupan a cualquiera. Navarra, región de industrialización tardía y un potente conservacionismo legal, parte de una situación envidiable, pero no estaría a salvo ni aún cuando fuera una isla. Así que menos aún participando activamente en esta globalización que esparce bienes y males a velocidad eléctrica. Hemos de participar, y ayudar a que se tomen las decisiones justas para que no se sigan dilapidando unos bienes que pertenecen a las generaciones futuras y sobre los que no tenemos un derecho absoluto. Hablando de ecología sé que es fácil caer en el catastrofismo por un lado o en el tranquilismo inconsciente por otro. Lo que no tiene sentido es que nos pongamos en plan radical con la rana bermeja mientras delegamos nuestro departamento de porquerías industriales en manos de la dictadura china y otros países de manga ancha del oriente o del sur. La acumulación y el trasiego de productos y desechos peligrosos es uno de los puntos más débiles de nuestra civilización y justo es reconocer que también a nosotros nos toca algo de responsabilidad en lo que ha pasado. Y en lo que sin duda volverá a pasar, porque tanto va el cántaro a la fuente que al fin se rompe.
Jerónimo Erro