“Sería disparatado intentar sustituir la verdad por el consenso”, dijo en una conferencia el director de Alfa y Omega, al hablar del “disparate” de “sustituir la verdad por el consenso”, para después agregar que “la verdad muchas veces está en minoría”. En esta línea, el periodista subrayó que “el hecho de que millones de personas compartan los mismos vicios, errores o patologías mentales, no los convierte en virtud o en verdad”.
Al hilo de esta afirmación podemos decir que la manipulación de los conceptos, como, por ejemplo, “llamar al aborto, interrupción del embarazo” o la desvirtuación de la esencia del matrimonio cuando se le confiere esta categoría a las uniones entre personas del mismo sexo, hacer el amor a relaciones sexuales que tienen como único fin la obtención de individual de placer, etc. Por mucho que se maquillen y ciertas personas se pongan de acuerdo para cambiar los términos, no dejaran de ser: fornicación, adulterio, asesinato de indefensos o en el caso del matrimonio sabemos que para que haya matrimonio tiene que haber hombre y mujer. Lo otro habrá que regularlo, pero matrimonio y familia no es. Será legal, pero no lícito..
En este contexto de tergiversaciones, lo que no cabe es el silencio del católico o una fe entendida en un plano estrictamente privado, ya que ésta tiene una dimensión pública y social irrenunciable. Y este imperativo de participación en la sociedad conforme a los propios principios debe ser defendido por el católico como un derecho frente a los que lo quieren presentar como una injerencia poco democrática.