Como sabemos por Leire Pajín, Zapatero es el centro del universo, la sensación astral más acusada y eminente, el pináculo de las plegarias siderales. El único que es capaz de darle vitola a la súplica celestial y a la Biblia en verso si hace al caso. Así se escribe la historia… con minúsculas.
Después hemos sabido también, tal vez nunca se había confirmado, que Obama no viene a la cumbre europea, que aquel encuentro interplanetario que se había anunciado a bombo y platillo no tendrá lugar. No obstante, Zapatero va a USA de cuerpo presente, puntual, a decir en cinco minutos lo que Dios quiera, sin nombrarle no sea que…, y el público aguante. Eso sí, después de dejar todo arreglado en casa.
Mientras el Presidente está… ¿en América?, en España el Gobierno dice una cosa y la contraria cada dos minutos (sorprendentemente, todavía está en activo un ministro de Trabajo, aquel que dijo muy serio hace poco que “de ninguna manera llegaremos a los cuatro millones de parados”) y el pueblo se electriza con tanta coña marinera, Zapatero eleva sus oraciones al cielo norteamericano. Si no fuera por que las cosas en nuestro país están tan jorobadas, podría decirse que para estar en el limbo no hacía falta tanto viaje. Parece que el astro se está volviendo cometa.