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Un referéndum de autodeterminación es tan neurotizante como pretender pedirle a un niño que elija entre su papá y su mamá. Para siempre.
Por otro lado, todo el mundo está de acuerdo que, un pueblo que tranquila, negociada y sosegadamente desee asumir su propio destino, tiene perfecto derecho a ello, pero lamentablemente no es el caso que nos ocupa. Se puede llamar de todo. Huida desesperada de la realidad, planteamiento infantilista (rabieta de niño) maniobra de distracción de los verdaderos problemas, chantaje para obtener más (conociéndolos, será dinero, claro).
En fin, la situación, como a casi todos, nos desborda. No tengo soluciones, lo siento.