El ministro de Educación ha lanzado el debate sobre la posibilidad de ampliar la enseñanza obligatoria hasta los dieciocho años, me suena a otra argucia más para intentar reducir las cifras de paro, ya se hizo, hace 20 años, en unos momentos de altísimo paro juvenil y el PSOE en el poder, elevar la enseñanza obligatoria de los 14 a los 16 años. Aunque la propuesta puede servir como ejercicio académico para la discusión de los expertos, Ángel Gabilondo actúa ahora como máximo responsable del departamento y debería concretar cuanto antes el contenido de esta sorprendente iniciativa. Hay demasiados problemas pendientes en el sistema educativo español, incluidos algunos tan graves como la calidad de la enseñanza, el fracaso escolar o la violencia en las aulas, sino motivados si facilitados por la LOE.
No es extraño que la comunidad escolar haya reaccionado con escepticismo y también con rechazo ante la propuesta ministerial. Ni las familias españolas ni los centros educativos, ya sean públicos, concertados o privados, están en condiciones de afrontar un reto cuyos resultados distan mucho de estar garantizados. Incluso hay quien opina que se trata de una nueva ocurrencia del Ejecutivo para distraer la atención o -peor todavía- que la finalidad última es maquillar los datos del paro al retrasar la incorporación de los jóvenes al mercado laboral.