Eso de indemnizar a los descendientes de los moriscos es una obligación contraída por Rodríguez Zapatero con sus amigos de la “Alianza de Civilizaciones” o es que a los de su partido les ha dado por inventar cortinas de humo para distraer a los cuatro millones de ciudadanos en paro. Todo parece indicar que se trata de una ocurrencia dictada por el afán de notoriedad o por la ignorancia de la historia, o por ambas cosas. La "memoria histórica" hay que dejarla en manos de los historiadores; no es honrado manejarla a la carta y convertirla en un brindis al Sol dictado por la frivolidad.
Pero no es menos cierto que los moriscos o "cristianos nuevos" -así pasaron a ser llamados los mudéjares- eran una minoría de la que, no sin fundamento, se recelaba que pudiera actuar de "quinta columna" de los corsario otomanos y de sus primos, los piratas de Túnez y Argel.
A pesar de lo anterior mala cosa fue la expulsión, pero la historia no puede enmendarse cuatro siglos después. Siguiendo la lógica del diputado granadino acabaríamos en el esperpento: reclamando a Damasco, capital de los omeyas, por la invasión de Tarik y Muza que fue el prólogo de la conquista violenta de la Hispania visigoda.
¿No les parece que ya está bien de inventar cortinas de humo para distraer a los cuatro millones de ciudadanos en paro a los que a falta de curro y de planes creíbles para salir de la recesión se les puede entretener con este tipo de ocurrencias? Al parecer, ahora toca hablar de la abuela morisca de Zapatero, son cosa de la “memoria histórica”.