A día de hoy existe la evidencia científica, a pesar de la ministra de Igualdad, de que desde el momento de la fecundación existe una vida humana digna de ser respetada y protegida.
Y es que no podemos ser ingenuos. Si ya la ley existente es injusta, por lo que conocemos la nueva Ley, la del aborto libre, lo va a ser aún más y supone, en la práctica, la conversión de un delito en un derecho, el aumento del número de abortos y, consecuentemente, un mayor sufrimiento para las mujeres embarazadas a las que se abandona a su suerte. Con el aborto todos perdemos, salvo los centros abortistas que seguirán enriqueciéndose a costa del sufrimiento de muchos miles de niños y familias.
No se puede hablar de justicia social y negar el más fundamental de los derechos, como es el derecho a la vida; como ha dicho el edil socialista Joaquín Manuel Montero, que ha participó en la Marcha por la Vida y después dejó el poder y la militancia, no se puede ser socialista y estar contra la vida.
Porque, contra lo que nos quiere hacer creer la propaganda pro abortista, en este caso la verdadera justicia es proteger la vida de los que van a nacer y ayudar a las madres para que puedan tener a su hijo.