Hoy, domingo, 31 de enero, hemos realizado nuestra concentración mensual por la vida a las 8 de la tarde, enfrente del Parlamento de Navarra, con nuestra pancarta: “Aborto NO. Dios ama al embrión. CTC”. Aunque hacía frío –estábamos a 2 grados- los transeúntes han sido pocos pero suficientes para nuestra acción política.
Una vez más, hemos exigido la abolición de toda ley despenalizadora del aborto, y hemos denunciado cualquier colaboración con este crimen. A la vez, proponemos la ayuda eficaz a las madres y las familias.
Hemos querido llegar a todos con nuestra conocida pancarta, con octavillas y pegatinas, con la palabra… Así lo hemos hecho: “Buenas tardes: ¡por la vida!”. Uno a uno hemos llegado a una variada representación de la sociedad pamplonesa. Algunos -por timidez o bien por estar en contra- han rechazado las pegatinas y octavillas, muchos las han acogido con gozo, unos terceros lo han hecho sin gesto alguno, los hispanoamericanos siempre las han acogido a la vez que daban las gracias… Un señor nos dice: “Decid esto a los políticos, que ellos pueden hacer las cosas; nosotros no podemos nada”. “- Vd. tiene parte de razón, pero que también es cierto que la sociedad ha de hacer lo suyo, que hoy es prácticamente todo”.
Cuando en el actual sistema político se da carta de ciudadanía a lo malo y aberrante, los buenos se acostumbran al mal y… ya no hacen nada. Nuestra pancarta no sólo dice la verdad, sino que grita que no nos podemos acostumbrar a que haya silencio por las calles sobre el crimen, y el crimen del aborto. Hay delitos que claman a la tierra… porque claman al Cielo, ante Dios. Y si a este clamor le responde el silencio de la calle, el bien necesario se ahoga con el silencio culpable. Así, cada mal trae un mal mayor. ¿Y extrañarse de la Ley de ZP sobre el “derecho” al aborto existiendo la anterior Ley despenalizadota (legitimadora) de González mantenida por Aznar?
Pues bien, nuestra pancarta es un grito de los sin voz y un grito de vivos. Un grito en Pamplona, a las 8 de la noche. Ojalá haya muchos más clamores. Pero, ¿dónde están? Pues si no están… Vd. debiera sumarse al nuestro.