CIUDADANO PARA LA EDUCACION Como padre de dos hijas de seis y casi ocho años de edad, mi obligación moral es intentar educarlas en los valores y convicciones en los que creo. Legalizar la imposición de las conciencias y valores parciales y relativos en los menores -que son los más indefensos y vulnerables- es propio de los totalitarismos. Por lo publicado sobre la «Educación para la ciudadanía» tiene tintes de ello, por lo que al margen de la imposición y lo que ahora se llama consenso sólo con los amiguetes, la educación reglada tiene un problema añadido. Evidentemente CONCAPA y otras muchas asociaciones anti-LOE se movilizarán en contra, así como han hecho alusión a la objeción de conciencia, inasistencia de sus hijos a esta clase e, incluso, recursos judiciales. Lo cual apoyo plenamente, e incluso de manera individualizada a la espera del posible texto a enseñar a mis hijas, y cual será el profesor asignado. Llegado el momento analizaré lo que mis hijas no van a aprender por no parecerme ni moral, ni ético ni aceptable, haciéndoselo ver al educador. Por otra parte y según el principio que la escuela enseña y los padres educan, intentaré seguir ese criterio en los valores morales y por supuesto católicos, amén de complementar la enseñanza que les ha sido impartida en el colegio. La ministra Cabrera tiene un problema, de no retirar esa asignatura adoctrinadora, ya que no soy yo sólo el que dice esto. Respeto profundamente que la realidad afectivo-sexual o como quiera llamarse se la inculque la ministra o el presidente del Gobierno a sus hijas, pero la que yo entiendo para las mías se la inculcaré yo y su madre. Caso contrario de no respetarme lo que yo quiera enseñarle a las mías, me forzarían a no respetarles. Retiren esa asignatura antes que que muchos padres, se vean obligados a retirarla al confín más profundo del averno ideológico que pretenden inculcar. José Carlos Navarro Muñoz