Carta al presidente de Perú: El reto del nuevo gobierno socialista

Señor Ollanta Humala:

Le confieso que intenté en un primer momento esbozar un artículo sobre mis apreciaciones personales  de su discurso de asunción del mando presidencial. Pero en el camino me di cuenta que no es un artículo de opinión lo que tengo deseos de escribir. Más bien, necesito ser más directa y escribirle a usted que acaba de asumir por mandato constitucional,la Presidenciadela República.

Permítame comenzar diciendo que no me siento realmente cómoda con el término «mando presidencial» que utilicé al inicio. Porque los ciudadanos del Perú no somos hijos bajo la protección de un padre y no esperamos que nos digan lo que tenemos que hacer. La mitad de los peruanos lo votaron para que conduzca un país próspero, porque creyeron en su discurso,  porque sintieron que era necesaria la renovación del liderazgo, por miedo, o simplemente porque se dejaron seducir por las adhesiones gratuitas —y no tanto— de personalidades peruanas de carácter internacional.

Le escribe una ciudadana peruana, en pleno uso de sus facultades y sus derechos civiles y constitucionales. Señor Presidente, usted asume la conducción de un país lleno de expectativas, pero polarizado. Somos 30 millones de peruanos que deseamos un país que continúe la senda del desarrollo y del crecimiento. Me imagino que concordamos en que el desarrollo, para ser sostenido, debe ser integral.

Sin embargo, las irregularidades ocurridas el pasado 28 de julio en el Hemiciclo, avergüenzan al menos, a la mitad de los peruanos. El acto de nombramiento presidencial estuvo cargado de manifestaciones simbólicas que, como promotora de los beneficios de la libertad, me dejan un sabor a desconcierto y profunda preocupación por el futuro inmediato.

En política, señor Humala, las formas importan y eso usted lo sabe, y de ahí la profundidad de mi preocupación. Porque usted dio a la nación y a todo el globo un mensaje muy claro: «la gran transformación» de la que usted, militantes y allegados se ufanan, ya se inició en el Perú a partir de su asunción. Es el Presidente dela Repúblicade un país maravilloso y próspero, no el Presidente de un Club de Barrio quien juramentó ayer. De ahí que los 30 millones de peruanos esperábamos un discurso sobrio y respetuoso acorde a las formalidades del caso.

Nos quedó claro el mensaje, su Gobierno inicia una «transformación», a pesar que desde su campaña política simuló deshacerse del fantasma de Hugo Chávez, es difícil separarlo de usted porque lo evoca en cuanto puede. ¿Acaso no ha seguido los pasos del autócrata venezolano, al desconocerla Constituciónvigente y juramentar sobre una Carta Magna que ya no tiene vigencia? Exactamente el mismo gesto lo tuvo Chávez y fue replicado por sus amigos Rafael Correa y Evo Morales. Ahora usted también ingresó oficialmente en ese círculo amical.

Pero déjeme recordarle, señor Humala, que los peruanos conocemos en detalle la historia de Venezuela, de Ecuador y de Bolivia, y no vamos a permitir que se repita en el Perú. Hay temas pendientes, es obvio, somos un país en vías de desarrollo y aún tenemos muchas deficiencias como nación. Sin embargo, desde hace 20 años hemos experimentado un crecimiento y desarrollo que se siente y se palpa.

Créame, no alcanza señor Humala, con evocar a las cuatro grandes expresiones políticas peruanas, para hacernos sentir a todos los peruanos representados por el gobierno que inicia. ¿Qué dirían ahora Víctor Andrés Belaúnde, José Carlos Mariátegui, Víctor Raúl Haya dela Torrey Jorge Basadre, tras conocer la intransigencia de su juramentación al cargo más alto de nuestra nación?

Por otro lado, señor Presidente del Perú, su discurso nos deja la sensación de no haber superado la retórica de campaña. Quizás a alguno emocione hasta las lágrimas aquello de la «inclusión social». Todos queremos sentirnos parte del Perú y su prosperidad. Pero dígame, ¿usted realmente piensa que resolverá el problema de la inclusión aumentando el gasto público en programas sociales? Mi visión es la de una ciudadana peruana, profesional, con amplia experiencia en análisis de políticas públicas y que reconoce que es un tema bastante delicado. Con todo el respeto, le recomiendo que revise su plan minuciosamente con su equipo técnico, sobre todo asumiendo que quiera cumplir con sus promesas pre-electorales. Señor Humala, la salida fácil que nos ha propuesto, no es racional ni es sostenible en el tiempo. Reajuste su plan.

Un tema que también debería merecer nuestra atención es la curiosa conformación de su «Gabinete Arcoíris». No puedo dejar de felicitarlo por los resultados de la iniciativa de sus asesores. Está claro que como cortina de humo, en momentos en que se le venía el diluvio encima a causa del faenón protagonizado por su hermano Alexis y sus extra-oficiales negociaciones con Rusia, fue todo un éxito. Ahora la crisis ya pasó, ya se relajaron un poco los inversionistas y 30 puntos menos de popularidad después, nos queda a todos una gran pregunta en el aire: ¿cómo logrará hacer que funcione su equipo ministerial? Difícil coordinar  y concertar esfuerzos en una auténtica torre de Babel. Pareciera que usted que nos prometió que «caminaría sobre el agua», ahora deberá lograrlo antes de echar a andar la maquinaria populista.

Señor Humala, no puedo terminar esta carta hacia usted, sin manifestarle mi preocupación ante su afirmación: «Necesitamos más Estado y menos Mercado». Asumiendo que se refiere al tamaño del gobierno cuando dice Estado, le pregunto: ¿acaso la mayor presencia del gobierno ha solucionado algún problema de índole nacional en la historia de nuestro país? ¿O más bien los ha profundizado con sus múltiples tentáculos, una pesada carga impositiva y una devastadora burocracia? Y explíqueme también, ¿a qué se refiere cuando utiliza el ambiguo término de «economía Social de Mercado»? ¿Se refiere a la creación de una aerolínea de bandera peruana, al reflotamiento de Enapu y SIMA? Estos excesos intervencionistas, que ya ha anunciado y que nos recuerdan a las medidas tomadas por el infame gobierno de Velasco Alvarado, podrían desalentar la inversión privada y terminar de espantar a los inversionistas, logrando tan solo dilapidar recursos para alimentar el enorme aparato estatal y acrecentar, aún más, los índices de corrupción e ineficiencia de los que ya hacemos gala.

Como verá, señor Humala, estas son apreciaciones de una ciudadana peruana que como todos los que amamos a nuestra patria, quiere lo mejor para ella y para las futuras generaciones. Está asumiendo el reto de conducir a un país próspero durante los próximos cinco años. Hay muchas expectativas puestas en usted. No crea que quienes le votaron, necesitan del populismo para sentirse parte del Perú. Lo que necesitan es mayor progreso e incentivos al emprendimiento individual, en este diverso país repleto de iniciativa y de gente luchadora. Sí, señor Humala, inicie su gran transformación pero no llevándole el pan a la boca a los más pobres, multiplicando una masa de corderos temporalmente satisfechos pero no  pensantes. Tampoco la gran transformación se logra alterando la institucionalidad política del país ni derogando leyes, ni desconociendo el orden constitucional bajo el cual llegó a la presidencia. No olvide quela Constitucióndel 79 no nos trajo el desarrollo que hemos alcanzado gracias a la del 93.

La gran transformación tiene que ver con el respeto a las libertades y los derechos fundamentales de los peruanos, con la promoción del talento, el esfuerzo y la creatividad, con el respeto del Estado de Derecho y la protección del capital invertido en nuestro país. Con inversión en infraestructura, con un gobierno no paternalista y limitado, que sea capaz de delegar funciones. No necesitamos ni más Ministerios, ni más burocracia, que impliquen mayor gasto e ineficiencia. No necesitamos un presidente «soldado dela República», ni políticos con actitudes de caudillo.

Esperamos señor Humala, que el gran arquitecto del universo lo ilumine y que trabaje por un Perú cada vez más próspero, más desarrollado, más digno de ser disfrutado. Como bien usted dijo, citando a José Carlos Mariátegui: «sin calco ni copia» de modelos fracasados. Por el bien de los 30 millones de peruanos y por nuestras futuras generaciones, que así sea.

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