Los autónomos suponen y representan el 80% del tejido empresarial español. Mientras una empresa de 5.000 trabajadores puede estar hoy en Navarra pero mañana en la República Checa, por ejemplo, un autónomo es el que se queda en su tierra por lo general, y por tanto, el que favorece la vertebración territorial, en nuestro caso, de Navarra.
Los autónomos o trabajadores por cuenta propia son los típicos que no pueden ponerse enfermos, porque saben que si no su negocio no funciona como debiera.
Lo que nos debe quedar claro a todos es que España necesita más emprendedores y menos trabas, más crédito y menos morosidad, menos pasividad y más actividad, menos política a veces y más políticas de empleo. Cualquier Administración debe molestar lo menos posible. A veces los autónomos sienten en sus carnes la típica frase: “Con la Administración hemos topado…”. Eso no puede ser, la Administración debe ir de la mano del emprendedor, y no ser un potencial peligro para él ni un estorbo.
Hace falta también un cambio cultural. Debemos reconocerlo. Me da mucha pena un dato que se me ha facilitado: que tan sólo el 4% de los españoles menores de 30 años decide emprender su propio negocio. A veces no somos conscientes de que si cada autónomo europeo contratara a una sóla persona más, se acabaría el paro en Europa. Si pusiéramos toda nuestra confianza en las grandes empresas y multinacionales para intentar terminar con esta lacra, ello no sería posible, porque para ello cada una de las 500 mayores empresas europeas tendría que contratar a 40.000 personas, lo cual, como digo, resultaría inviable.
Por eso lo oportuno es proteger al autónomo, que es el pequeño emprendedor o empresario. Es el autoempleo la verdadera base de la creación de empleo, y por tanto, de riqueza.