En el juicio celebrado contra dos terroristas, acusados de los atentados en la casa cuartel de Santa Pola, el juez pidió a Toñi Santiago que se abstuviera de una expresión que utilizó en su relato de recuerdos, terribles recuerdos, del día en que mataron su hija. En el relato ella dijo que en medio del horror pensó en los «hijos de puta» que habían puesto esa bomba. Sólo una dignidad, que acaso tenga algo de trascendente, convence a una persona que ha perdido a un hijo de manera tan terriblemente premeditada de no tomarse la justicia por su mano. Toñi Santiago demostró sentirse muy lejos de la venganza y acató la corrección del juez.
Tal vez el juez a estas horas se esté arrepintiendo de su espontánea sujeción a la norma (si es que hay una norma según la cual uno no debe expresar más que los recuerdos polítcamente correctos). A uno le preocupa que las palabras del juez son una muestra más del aleteo colectivo, temeroso y acomplejado, ante el terrorismo; mar de confusión lingüística y espiritual, en que se pide que se pida perdón, en que se exige la disolución, como si la ETA fuera un interlocutor sindical.
Qué fuerzas ocultas se mueven en el PP, desde su base hasta la cúpula para que, tras ocho años de masivas movilizaciones haya aprobado en el Congreso un cuento de hadas sobre la ETA, tal como la ha dejado en herencia Zapatero, con su sostén social y económico, cobrando un impuesto revolucionario con vestido legal bendecido por el Tribunal Constitucional. Yo todavía me froto los ojos y espero que nuestro presidente, que en la oposición dijo tantas veces eso de que hay que hacer lo que hay que hacer, nos explique qué va a hacer con Bildu, con el 11 M, con el caso Faisán; por qué Rosa Díez se ha quedado sola en el Congreso pidiendo la ilegalización de Bildu Yo le pediría que especifique algo más y no se remita solamente a la ley y al estado de derecho. Porque con la ley en la mano, un supuesto estado de derecho ha negociado todos estos años con la banda terrorista, por lo cual, con usted y sin usted a la cabeza, nos hemos manifestado miles de españoles, con los vientos en contra. El PP no debería olvidar que su victoria, además de por desgaste de un PSOE rancio e inoperante, se ha debido a un cuerpo social con principios inerrunciables.