Ayer, día 26 de mayo, los extremeños estuvimos llamados a participar en las fiestas partitocráticas que determinaron la nueva composición de órganos representativos de orden inferior y superior respecto al gobierno de España: el respectivo consistorio municipal, la Asamblea de Extremadura y el oficialmente llamado «Parlamento Europeo».
En teoría, una entidad de orden inferior ejerce cierto contrapeso mientras que una de orden superior marca ciertas pautas a seguir (o ejerce una férrea imposición directamente, a poderse entender también como una clase de injerencia). También un ayuntamiento y un gobierno regional habrían de contribuir a la idea de la descentralización político-administrativo.
Pero bueno, mejor ver, en este caso, qué ocurre exactamente. El PSOE ha sido el partido que ha obtenido una mayor proporción de votos a nivel nacional así como un mayor número de eurodiputados (con Josep Borrell como número 1). Aunque de ahí a decir que ha ganado a efectos prácticos sería, más que apresurado, equívoco u impreciso.
No todas las piezas del tablero están bajo el PSOE
Dejando aparte la reciente pérdida del «feudo socialista» de Andalucía, hay que decir que lo que ellos llaman, sin razón alguna, «trifachito», viene a ser determinante. A pesar de la fragmentación de la preferencia electoral de la derecha sociológica mayoritaria, no todos los gobiernos autonómicos y ayuntamientos importantes caerán en manos del PSOE.
En parlamentos autonómicos como el madrileño, el castellano-leonés, el murciano y el aragonés, el Frente Popular no suma mayoría absoluta. Lo mismo ocurre en las dos capitales de provincia extremeñas (Cáceres y Badajoz), aparte de la «vinícola» (Almendralejo), a pesar de que Fernández Vara haya recuperado la mayoría absoluta: el PP podría seguir gobernando gracias a C’s y VOX.
El contrapeso, o se ejerce bien o no existe
En el tablero político, lo suyo es entender el contrapeso como la puesta de obstáculos a una determinada serie de políticas y acciones, con unos medios y unos fines plenamente establecidos y considerados, en base a una inspiración concreta. Al respecto, habría que tener en cuenta los principios morales y filosóficos de cada cual.
No obstante, cuando tenemos un escenario (régimen de partidos izquierdista) integrado por relativistas y estatistas de distintas magnitudes así como un nuevo componente bajo riesgo de corrupción moral partitocrática, a la par que no existe una verdadera descentralización política, no convendría afirmar de manera ligera y superficial.
Las Comunidades Autónomas no tienen, en su mayoría, responsabilidad fiscal (solo son autónomas para gastar) mientras que los consistorios municipales, aunque recaudan impuestos propios, dependen, en bastante medida, de las subvenciones y de otra clase de «ayudas» concedidas desde las entidades regionales, el gobierno central o los «fondos europeos».
Estos entes no pelearán tanto por la responsabilidad fiscal como por esos «beneficios» mientras que los entes de orden superior de los que para ello dependen tienden a discriminar en función del partido político encargado de la entidad beneficiaria. Pero en absoluto se queda la cosa absolutamente limitada a ello.
En realidad, todos están comprometidos con la no obstrucción de la esencia expansiva del Estado, sin ninguna duda. Puede que unos nos garanticen una presión fiscal más alta que otros, una flexibilidad de horarios mucho más notoria o unas restricciones urbanísticas más ligeras. Pero hay una tendencia genérica hacia el «prometer dar más que dejar hacer» y el «regular y legislar más».
Y bueno, ya sea por convicción o por claudicación cobarde, no esperen derogaciones de legislaciones feministas y homosexualistas ni suspensiones de financiación estatal de abortos. En términos más ilustrativos, aunque duela reconocerlo, no esperen que Madrid y Castilla y León sean el Texas y el Alabama de Europa Occidental.
No está todo conseguido
Que nadie se relaje, por favor. Simplemente la facción frentepopulista de la partitocracia tendrá menor poder político en el conjunto de España mientras que el neosanchista Fernández Vara tendrá a algunos alcaldes de núcleos de población importantes que no le bailarán el agua. En algunos casos se ha impuesto la opción «preferida» por la derecha sociológica mayoritaria.
Pero el verdadero contrapeso no vendrá del «quítate tú que me pongo yo y seré más generoso o suave». Buena parte de la sociedad española está obnubilada por el estatismo y lo «progre», pero la solución no está en el sentido nuestro del voto (tal y como en ocasiones nos han insinuado los «pregoneros» del dizque «voto útil»). Tampoco hemos de olvidar que hay que desafiar al globalismo «progre».
En España, los verdaderos y necesarios contrapesos vendrán de una sociedad fuerte inspirada en los principios no negociables de Benedicto XVI y la desconfianza hacia el problemático estatismo. Vara y Sánchez se enfrentarán a algunos políticos de otro partido e igual algo «menos hostiles». Pero lo nuestro requiere un arduo trabajo activista-intelectual para contrarrestar todo izquierdismo.