50 años de Félix Huarte en Diputación Foral Navarra «S.A.»

Hasta 1979 la Diputación Foral era una corporación que estaba integrada por siete diputados forales, que se renovaban por mitades cada tres años y cuyo vicepresidente (presidente efectivo) era el diputado de más edad.

El 2 de abril de 1964 se produjo una de esas renovaciones parciales y, aunque solamente dos fueron los diputados entrantes, Félix Huarte y Miguel Javier Urmeneta, con ellos se empezó a hablar de nuevos tiempos y de una “renovada Diputación”.

 

Y esto sucedía en una provincia económicamente retrasada, esencialmente agrícola (el 45,5% de su población activa se dedicaba a la agricultura), sin una base industrial, que había quedado excluida del Plan de Estabilización y del I Plan de Desarrollo español, aprobados unos años antes y con una gran tradición emigrante, pues una cuarta parte de su población (100.000 personas) había tenido que emigrar desde comienzos de siglo. Y por si esto fuera poco, en amplios sectores de la población se idealizaba esa Navarra rural y se optaba por ella aun a costa de su estancamiento, pues se consideraba que la industrialización acabaría con nuestra esencia.

 

Afortunadamente, y frente a esa cerrada visión, estaba la de Félix Huarte, un pamplonés hecho a sí mismo que con 15 años tuvo que dejar sus estudios para ponerse a trabajar de mecanógrafo y que, con tenacidad y fe, se había convertido en uno de los principales constructores del país y había creado el Grupo Huarte, compuesto por cerca de 70 empresas, la mayoría de ellas localizadas en Navarra (IMENASA, Papelera Navarra, INASA, TORFINASA, GUIRLING y un largo etcétera), que daban trabajo directo a más de 17.600 personas. Y fue su ilusión por Navarra lo que le llevó a entrar en política y a tal empeño puso su mentalidad industrial y sus casi cuarenta años de experiencia profesional.

 

Huarte, que era un hombre al que no le gustaba perder el tiempo, tan pronto como decidió presentarse a las elecciones encargó a un grupo de competentes economistas un Plan de Desarrollo de Navarra, que fue financiado por sus empresas, para saber cómo encarar la reforma. Un Plan que lo puso en marcha el mismo día de su toma de posesión ya que antes de la comida oficial se celebró una sesión extraordinaria en la que se creó la Dirección General Técnica, al frente de la cual se colocó a Francisco José de Saralegui. Y una semana después, el 10 de abril, se aprobó el Programa de Promoción Industrial que tenía un triple objetivo: lograr el desarrollo económico de Navarra, acabar con su aislamiento territorial y conseguir la promoción educativa de los navarros.

 

La tarea no fue fácil y para llevarla a cabo Huarte tuvo que vencer la resistencia de algunos de sus propios compañeros de corporación y de funcionarios forales pero él que, como don Quijote, estaba acostumbrado a “desfacer entuertos” sabía que “No importa que sean gigantes o molinos cuando el penacho de nuestra cimera se mueve a los vientos de la tenacidad y de la fe”. Y fue así, con tenacidad y con fe, cómo, desde el puesto de vicepresidente, cambió profundamente la Diputación Foral e hizo de ella el motor de la modernización de Navarra. Y los cambios se hicieron patentes desde el primer momento, por eso muy pronto a don Félix le bautizaron en el Palacio de Navarra como el “abominable hombre de las nueve”, por la inusual y temprana hora que tenía de llegar a su despacho, y entre los navarros se empezó a conocer a los nuevos diputados como el Dúo Dinámico y a la Diputación como la DIFONASA, porque funcionaba como una más de sus empresas.

 

Fueron seis años trepidantes que transformaron de una manera radical nuestra realidad socioeconómica, tan es así que se puede hablar de un antes y un después. Gracias a la gestión realizada se invirtió la tendencia migratoria y se convirtió a Navarra en un centro de atracción de inmigrantes; la población activa dedicada a la agricultura descendió al 25,3% y unas 300 empresas se acogieron al Programa de Promoción Industrial, con lo que se crearon cerca de 30.000 puestos de trabajo. Además, se modernizaron 500 kilómetros de carretera, se pusieron las bases de la Autopista de Navarra, se mejoró la comunicación ferroviaria, se construyeron los primeros 1.000 metros de la pista del Aeropuerto de Noáin, se instaló el teléfono en 300 localidades, se repoblaron 13.675 hectáreas de bosque y se ordenaron otras 27.000, se realizaron importantes reformas educativas (concentraciones escolares), se creó el Tribunal Administrativo de Navarra, se firmó el Convenio Económico con el Estado y, gracias a la decisiva actuación del propio Huarte, la Escuela de Arquitectura que se iba a situar en San Sebastián se instaló en Pamplona.

 

Ahora, cuando se cumplen 50 años de esa efemérides, es de justicia recordarla así como reconocer y agradecer a los que sentaron las bases sociales y económicas para que Navarra tuviera un nuevo rostro y se colocara a la cabeza de las provincias españolas.

 

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