Parece mentira que, a estas alturas, sorprenda una sentencia judicial que califica de adoctrinador el manual de Educación para la Ciudadanía de una conocida editorial académica.
Llevamos tres años denunciando que se trata de una asignatura adoctrinadora en su misma concepción. ¿Cómo habrán de ser, pues sus manuales: adoctrinadores. Y los que no lo sean, no siguen fielmente los objetivos y contenidos propuestos por los Reales Decretos que desarrollan la asignatura:
“La dimensión ética de la competencia social y ciudadana entraña ser consciente de los valores del entorno, evaluarlos y reconstruirlos afectiva y racionalmente para crear progresivamente un sistema de valores propio y comportarse en coherencia con ellos”.
Educación para la Ciudadanía no pretende enseñar, como se dice, la Declaración Universal de los Derechos Humanos o la Constitución Española (que, por cierto, para el Presidente contiene aspectos discutidos y discutibles): su objetivo es reconstruir la moral de los alumnos según los valores que el gobierno quiere imponer.
Simplemente con examinar el temario de la asignatura se evidencia una clamorosa ausencia de aspectos relativos a los Derechos Humanos y a la Constitución. Por el contrario, la asignatura constituye todo un tratado de moral basado en la concepción antropológica del Gobierno:
Bloque 1. Contenidos comunes.
Exposición de opiniones y juicios propios con argumentos razonados y capacidad para aceptar las opiniones de los otros.
Práctica del diálogo como estrategia para abordar los conflictos de forma no violenta.
Exposición de opiniones y juicios propios con argumentos razonados. Preparación y realización de debates sobre aspectos relevantes de la realidad, con una actitud de compromiso para mejorarla.
Análisis comparativo y evaluación crítica de informaciones proporcionadas por los medios de comunicación sobre un mismo hecho o cuestión de actualidad.
Bloque 2. Relaciones interpersonales y participación.
Autonomía personal y relaciones interpersonales.
Afectos y emociones.
Las relaciones humanas: relaciones entre hombres y mujeres y relaciones intergeneracionales. La familia en el marco de la Constitución española. El desarrollo de actitudes no violentas en la convivencia diaria.
Cuidado de las personas dependientes. Ayuda a compañeros o personas y colectivos en situación desfavorecida.
Valoración crítica de la división social y sexual del trabajo y de los prejuicios sociales racistas, xenófobos, antisemitas, sexistas y homófobos.
La participación en el centro educativo y en actividades sociales que contribuyan a posibilitar una sociedad justa y solidaria.
Bloque 3. Deberes y derechos ciudadanos
Declaración universal de los derechos humanos, pactos y convenios internacionales. Condena de las violaciones de los derechos humanos y actuación judicial ordinaria y de los Tribunales Internacionales. Valoración de los derechos y deberes humanos como conquistas históricas
inacabadas y de las constituciones como fuente de reconocimiento de derechos.
Igualdad de derechos y diversidad. Respeto y valoración crítica de las opciones personales de los ciudadanos.
La conquista de los derechos de las mujeres (participación política, educación, trabajo remunerado, igualdad de trato y oportunidades), y su situación en el mundo actual.
Bloque 4. Las sociedades democráticas del siglo XXI.
El Estado de Derecho: su funcionamiento. El modelo político español: la Constitución Española y el Estado de las Autonomías. La política como servicio a la ciudadanía: la responsabilidad pública.
Diversidad social y cultural. Convivencia de culturas distintas en una sociedad plural. Rechazo de las discriminaciones provocadas por las desigualdades personales, económicas o sociales.
Identificación, aprecio y cuidado de los bienes comunes y servicios públicos. Los impuestos y la contribución de los ciudadanos. Compensación de desigualdades. Distribución de la renta.
Consumo racional y responsable. Reconocimiento de los derechos y deberes de los consumidores. La influencia del mensaje publicitario en los modelos y hábitos sociales.
Estructura y funciones de la protección civil. Prevención y gestión de los desastres naturales y provocados. La circulación vial y la responsabilidad ciudadana.
Accidentes de circulación: causas y consecuencias.
Bloque 5. Ciudadanía en un mundo global.
Un mundo desigual: riqueza y pobreza. La «feminización de la pobreza». La falta de acceso a la educación como fuente de pobreza. La lucha contra la pobreza y la ayuda al desarrollo.
Los conflictos en el mundo actual: el papel de los organismos internacionales y de las fuerzas armadas de España en misiones internacionales de paz. Derecho internacional humanitario. Acciones individuales y colectivas en favor de la paz.
Globalización e interdependencia: nuevas formas de comunicación, información y movilidad. Relaciones entre los ciudadanos, el poder económico y el poder político.
Dígame ahora si la gran mayoría de estos temas constituyen expresiones indudables de la Declaración Universal de los Derechos Humanos y la Constitución o son, más bien, cuestiones polémicas sobre las que no existe un consenso social y tienen repercusiones morales.
Lo digo porque el Tribunal Supremo, en sus cacareadas sentencias que niegan el derecho de objeción de conciencia a la EpC, también añaden la exigencia de una estricta neutralidad ideológica:
La sentencia del Tribunal Supremo sobre la asignatura de Educación para la Ciudadanía y los Derechos Humanos (…) precisa que estos hechos “no autorizan a la Administración educativa, ni a los centros docentes, ni los concretos profesores a imponer o inculcar, ni siquiera de manera indirecta, puntos de vista determinados sobre cuestiones morales que en la sociedad española son controvertidas“.
“Ello es consecuencia del pluralismo, consagrado como valor superior de nuestro ordenamiento jurídico, y del deber de neutralidad ideológica del Estado, que prohíbe a éste incurrir en cualquier forma de proselitismo“, afirma el fallo.
En esta misma línea, la resolución indica que las materias que el Estado califica como obligatorias “no deben ser pretexto para tratar de persuadir a los alumnos sobre ideas y doctrinas que -independientemente de que estén mejor o peor argumentadas- reflejan tomas de posición sobre problemas sobre los que no existe un generalizado consenso moral en la sociedad española“.
En una sociedad democrática, agrega la sentencia, “no debe ser la Administración educativa -ni tampoco los centros docentes, ni los concretos profesores- quien se erija en árbitro de las cuestiones morales controvertidas“, ya que éstas pertenecen “al ámbito del libre debate en la sociedad civil, donde no se da la relación vertical profesor-alumno, y por supuesto al de las conciencias individuales“.
“Todo ello implica que cuando deban abordarse problemas de esa índole al impartir la materia Educación para la Ciudadanía -o, llegado el caso, cualquiera otra- es exigible la más exquisita objetividad y el más prudente distanciamiento“, añade.
MADRID, 17 Feb. (EUROPA PRESS)
Total: que no es legal adoctrinar en una asignatura …cuyo contenido establecido por el Ministerio es, en sí mismo, un programa de cuestiones controvertidas, discutibles y de relevancia moral.
Si el Tribunal Superior de Justicia de Andalucía falla, en consonancia con la jurisprudencia del Tribunal Supremo, que un manual es adoctrinador, al menos los editores deberían recibir, en compensación, un premio por parte del Gobierno en reconocimiento hacia su fidelidad a los Reales Decretos.
Si quiere el lector curioso hacerse una idea del desarrollo que hace el libro de McGraw-Hill de los contenidos propuestos por el Ministerio, puede echar una ojeada a esta recensión.
Artículo publicado originalmente en el Diario de un Padre Objetor
10 respuestas
Muy interesante la reflexión del autor. El peligro es que la pérdida de referentes religiosos propios de una sociedad secularizada, donde existe multiculturalismo, y en tiempos de una globalización inédita en la historia de la humanidad, nos dirige hacia una nueva torre de babel, esa vez moral.
¿Cómo integraremos a los emigrantes en nuestras costumbres, si toda convención divergente de la suya puede ser considerada como «doctrinaria»? ¿O no es el respeto a la diferencia una doctrina? ¿lo es igual el respeto a la ley española?
NO inculcar una moral, también es una moral. Impedir establecer un mínimo ético civico me parece un error que redundará en nuestro perjuicio.
Si Irene… lo mismo dice Ahmadineyad en Irán… solo que de su religión.
A ver como resuelve Ud. ese conflicto.
Bonito futuro le espera a la «institución internacional más antigua vigente» con este vasallaje abanderándola.Y lo que sí creo es que no todos los creyentes son iguales,afortunadamente para otras religiones y culturas.
Vale, Irene, Ud. soluciona el conflicto entre religiones y morales decidiendo que Ud. tiene la razón, el otro no y le tendrá que aguantar a Ud, sus opiniones y su dios personal.., porque claro, el suyo es el bueno, eso es evidente, y punto. El otro tiene que renunciar a su fe y su cultura, reconociendo que es inferior a la suya… vamos bien, bien, bien. Si. Realismo puro.
Eso no es precisamente diálogo interpersonal, e interreligioso (aunque bueno, eso le sonará «protestante» y por tanto «malo» ¿no?). Es igual. ¿Así se siente Ud más segura? ¿sabiendo que seguro-seguro-seguro que tiene Ud la razón en todo, porque su cultura es «superior»?
Esa ideología que defiende, si lo piensa bien, es una auténtica escuela de ateísmo, porque ese camino solo conduce al callejón sin salida de la imposición y el conflicto violento, y porque se «apropia» Ud de la verdad, con mayúsculas, cerrándose al diálogo con el otro. Es pura reacción.
Sea realista. Póngase Ud. en el lugar del «otro» (protestante, hindú, musulmán, ateo). Asuma que sus dogmas no son evidentes para el otro. partiendo del respeto que nos debemos mutuamente entre humanos, independientemente de nuestro credo, raza, etc.. ¿qué pasos damos para crear vínculos éticos duraderos y sólidos con el otro?
Lo que es cierto es que la mayoría de las religiones han sido mucho más respetuosas con la nuestra que la nuestra con las suyas.Quizá la posesión del dinero también ha sido determinante en quien se cree poseedora de la verdad,una pena a todas luces.Estoy de acuerdo con usted sr.Spurgus.
Buf, Mortizia, esto de estar siempre en el ostracismo es la pera… pero por lo menos hay nueve personas que me han leído y votado. No les gusta lo que escribimos. Ya sabe: votan negativo… luego cabalgamos.
Irene.- Yo no discuto eso, lo que le pregunto -y me pregunto- es qué cultura podemos crear para integrar a creyentes de diferentes dioses. El diálogo religioso y humano es imposible si vamos con «nuestra» verdad por delante. En su casa, ud puede tener como absoluta su fe. En la calle, en el Ayuntamiento, en la sociedad, no nos podemos regir por estas creencias… por el sencillo motivo de que su vecino Sikh, o judío, o budista tiene otras, que algunas veces son incompatibles con las suyas. En suma, que los sistemas de creencias son incompatibles entre sí.
Creo que para la humanidad hay algo más importante que la(s) religion(es), que es asentarnos todos sobre una ética, lo mejor posible, lo más elevada posible, lo más universal posible, que trascienda esas diferencias que derivan de distintas concepciones religiosas.
Evidentemente que dicha ética ha de consagrar valores que antes protegieron las religiones. Nuestra cultura es hija de diversas tradiciones, entre las que naturalmente que se encuentra la religión judeo/cristiana, la filosofía griega, la europea, el método científico, el derecho romano, el estado, el arte occidental, etc… Yo no tengo ninguna duda de que los mayores logros del pensamiento han sido occidentales.
Solo digo que la ética universal no puede ser la católica, ni la sintoísta, salvo que todos seamos católicos o sintoístas, y seguro que aun en ese caso, habría diferncias (¿se imaginan un sintoísta español, je, je?).
Adviertan que no estoy proponiendo un eclecticismo religioso, ni una especie de tortilla de credos. Cada cual con su fe, faltaba más. Solo apelo a la necesidad de crear una ética común desconectada de la moral religiosa X.
Esta ética común tendrá la ventaja de su autonomia respecto de las ideas religiosas (o ateas) de las personas, (lo que por tanto nos evitará enfrentamientos y conflictos interreligiosos) y también la de que no podrá predicarse de ella un relativismo, pues será una referencia interreligiosa e intercultural compartida por todos.
En este momento no hay nada, y la sociedad (mayoritariamente laica, poco formada) está interme ante las seudociencias, el integrismo religioso, la propaganda que incentiva el consumo y la manipulacin política del estado, cada vez más facilmente «gran hermano».
Nuestro deber es construir la conciencia de la sociedad, armarla de valores consensuados que articule la convivencia pacífica, la igualdad entre los seres humanos, el derecho a una vida digna, etc. La creación de esta ética (posiblemente fundada en el derecho que deriva de la dignidad del ser humano) es el reto de las diversas sociedades humanas que derivan de este mundo interrelacionado y globalizado, y al mismo tendríamos que dirigir todos nuestros esfuerzos, católicos, «protestantes» creyentes y ateos de buena fe, para evitar que un día el leviatán nos domine absolutamente.
Le puedo asegurar sr.Spurgus que a veces me reconforta estar en ese ostracismo,eso significa que mi manera de ver las cosas no es tan intransigente como las de otras personas.Referente a las religiones me libraré de creerme en posesión de ninguna verdad y de que mi Dios sea el único y verdadero,solo espero que cada uno sepa convivir con el suyo y respete el ajeno,nada más.A mi hay cosas que tampoco me gustan,pero no por eso les voto negativo,simplemente no les voto,que creo que es lo que debe ser.Siempre me he declarado disconforme a este tipo de censura,a estas alturas me parece fuera de lugar.
Buenas tardes a todos.
Quiero expresar brevemente mi punto de vista sobre esta interesante discusión.
Yo que intento ser un buen católico, pero subrayo que lo intento, modestamente me creo en posesión de la verdad, pero subrayo también lo de modestamente. También soy practicante aunque todavía no pongo inyecciones.
Cuando digo «en posesión de la verdad» quiero aclarar que también tengo mis dudas, luchas internas, etc, o sea que no es fácil (y a la vez es fácil, si me dejo guiar por Dios).
Evidentemente un musulmán creyente (u otro creyente de otra religión «seria» vamos a decirlo así) opinará lo mismo que yo pero respecto a su religión y su Dios, etc.
Y luego como propone Spurgus, entre todos y junto con los agnósticos, los ateos, etc, etc (por intentar definir a la gente por sus creencias espirituales o religiosas, con los errores a que estas clasificaciones puedan llevar)tenemos que construir este bonito ( y a la vez asqueroso;depende donde mires) mundo.
E intentar llevarnos razonablemente bien, que también tiene su «aquel».
Y mi Fé católica no tiene que condicionar especialmente, los esquemas sociales del resto de la sociedad que no es católica.
Claro, yo te diré que si estoy contra el aborto, por poner un ejemplo candente, no es por mi Fé católica, sino por mis convicciones sobre lo que es el hombre, la mujer, etc.
En principio, lo único que hay que creer para ser católico es lo que dice el Credo, del resto se puede y se debe opinar mucho. Y yo en caso de duda, me quedaré o intentaré quedarme con lo que diga mi Madre la Iglesia, aunque esto para muchos sea provocar, pero es lo que he visto que hacen y han hecho muchas perosnas sabias.
Pero en lo opinable, en la economía, en la construcción de la sociedad, en la educación, que es con lo que comenzó este artículo, todos debemos aportar nuestro punto de vista y creo que fallamos al menos en dos cosas:
a) escuchar las razones de los demás e intentar comprender.
b) los millones de pobres que hay y cómo mueren de hambre me parece un escándalo para creyentes y no creyentes, y yo mismo no tengo claro que esté haciendo lo suficiente.
Y modestamente, los islámicos (no me refiero a los buenos musulmanes creyentes, aunque no los conozco mucho) no parece que con su mezcla socio-religiosa estén aportando mucho a la construcción de un mundo habitable donde podamos convivir pacíficamente. Los países islámicos (no me refiero a los países musulmanes) no tienen un reparto de riqueza mejor que el nuestro (que también es malo, pero creo que no tanto) no parece que tratan mejor a la mujer (aunque habría que intentar entender más su forma de pensar y ver qué opinan sus mujeres), etc.
¡menudo rollo! pido disculpas.
Pedro J.- completamete de acuerdo con Ud.
Yo critico al pensamiento integrista cristiano… pero no digamos al integrista musulmán. El cristianismo parte de una enorme influencia filosófica (de Platón principalmente) y de una tradición muchísimo más abierta a todo: a distintas ideas, a las ciencias, etc.. que lejos de ser la contradicción, son distintos ámbitos de conocimiento.
La musulmana es una creencia que no digo que no tenga valores, pero que parte de diez siglos atrás de la nuestra. El miedo a perder la raíz les ha llevado a un inmovilismo absurdo respecto a la fe. El caracter absolutamente sagrado de su libro les impide realizar una relectura actualizada, lo que les lleva a replegarse en la literalidad (extremistas) o bien a perder sus raíces y su personalidad, y su genuína vivencia religiosa, lo que fomenta un integrismo reaccionario que ve en occidente al «culpable» de sus propias inseguridades y contradicciones.
La modernidad nos compromete a todos. También a los judíos que esperan en el estricto cumplimiento de la torah el advenimiento del mesías. Y supongo que las creencias politeístas indias están sometidas al vaivén de las tendencias, solo que les afetarán de forma distinta que a nosotros…
En una ética común tendremos que aceptar -en nuestra relación con la sociedad- algunas soluciones en la sociedad que vayan contra criterios morales propios de nuestra religión.