Estimular la compra de televisores sólo se explica desde un doble objetivo: conseguir que alguien precipite la compra de un televisor a causa de la ayuda o conseguir que alguien, incitado por la ayuda, compre un televisor en vez de otra cosa que por tanto deja de comprar. Si el caso es el de alguien que iba a comprar el televisor de todas formas, entonces la ayuda no tiene sentido desde el punto de vista de la planificación de la economía. La cuestión, por tanto, es determinar si aquellos que adelantaron su compra o compraron un televisor en vez de otro artículo atraídos por su precio, realmente hicieron una buena compra al adquirir un televisor subvencionado.
En una primera prueba, llevamos a cabo una comprobación de precios a la semana de acabar el Plan Renove. Llamó nuestra atención el caso de algunos televisores que, al finalizar el plan, automáticamente bajaron de precio 100 euros. Es decir, justo el importe de la subvención del Plan Renove.
En esta ocasión, hemos tenido la curiosidad de comprobar el precio de esos televisores si no hubiéramos adelantado esa compra y los fuéramos a comprar en este momento. ¿Cuánto nos hubiera costado ese mismo televisor si no nos hubieran estimulado a comprarlo? Verificando los precios, nos da la impresión de que el televisor nos costó caro a pesar de las ayudas del gobierno. Aunque existe otra forma de verlo, que es pensar que el televisor nos costó caro precisamente a causa de las ayudas del gobierno. La inyección de dinero público pudo servir para inflar los precios.
Toda esta comparativa de precios, por consiguiente, sirve para alimentar una terrible sospecha. La de que todo aquel dinero a costa de los contribuyentes navarros sólo sirvió para que los beneficiarios del plan tuvieran que pagar un precio artificialmente inflado. A tal punto que incluso a los propios receptores del cheque les acabó saliendo más caro el televisor que si el gobierno no les hubiera ayudado.
Esta vez hablamos de televisores, pero el mecanismo perverso sirve para cualquier artículo subvencionado.