A la vista de la situación a la que nos enfrentamos y contra la mala costumbre del gobierno de no pensar en lo que podría suceder por culpa del coronavirus, una de las cosas que podrían pasar es que Pedro Sánchez enfermara, o incluso muriera, a fin de cuentas la mitad de su familia y de su gobierno parecen ya enfermados. ¿Qué pasaría entonces? ¿Quién se haría cargo del gobierno?
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El artículo 101 de la Constitución determina que :
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1 El Gobierno cesa tras la celebración de elecciones generales, en los casos de pérdida de la confianza parlamentaria previstos en la Constitución, o por dimisión o fallecimiento de su Presidente.
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2 El Gobierno cesante continuará en funciones hasta la toma de posesión del nuevo Gobierno.
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Es decir, si Pedro Sánchez muriera durante esta crisis, todo el gobierno quedaría en funciones y habría que formar otro gobierno. La Ley 50/1997, de 27 de noviembre, del Gobierno, desarrolla lo previsto en la Constitución a este respecto y señala que el gobierno en funciones facilitará el normal desarrollo del proceso de formación del nuevo Gobierno y el traspaso de poderes al mismo y “limitará su gestión al despacho ordinario de los asuntos públicos, absteniéndose de adoptar, salvo casos de urgencia debidamente acreditados o por razones de interés general, cuya acreditación expresa así lo justifique, cualesquiera otras medidas».
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Atención porque esta ley contempla una serie de limitaciones importantes al presidente del gobierno en funciones, que no podría proponer al Rey la disolución de las Cortes Generales, plantear la cuestión de confianza, proponer al Rey la convocatoria de un referéndum, aprobar unos Presupuestos ni presentar proyectos de ley al Congreso de los Diputados o, en su caso, al Senado.
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Todo lo anterior nos lleva a concluir que si Sánchez muere no habría unas nuevas elecciones, sino que el Congreso de los Diputados actual, con su configuración actual, tendría que nombrar a un nuevo presidente del gobierno afrontando un nuevo proceso de investidura. No existe sin embargo un plazo para acotar el tiempo que podría durar todo ese proceso.
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Un caso similar y referencial al que podría suscitarse por culpa del coronavirus sería de algún modo la dimisión de Adolfo Suárez en 1981, tras la que quedó como presidente en funciones Leopoldo Calvo Sotelo, que a su vez fue nombrado presidente por el Congreso el 26 de febrero de 1981. Es decir, al igual que en el supuesto que planteamos, al desaparecer la figura del presidente el gobierno queda en funciones, sucede al presidente un presidente en funciones y el Congreso, sin necesidad de elecciones, elige a otro presidente.
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Incidiendo sobre este punto de la hipotética sucesión de Pedro Sánchez ya fuera por fallecimiento o enfermedad, interesa extraordinariamente subrayar que el artículo 13 de la citada Ley de Gobierno, aprobada en 1997 y actualizada en 2016, el cual prevé que “En los casos de vacante, ausencia o enfermedad, las funciones del Presidente del Gobierno serán asumidas por los Vicepresidentes, de acuerdo con el correspondiente orden de prelación ”.
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¿Y cuál es el orden de sucesión o prelación en el gobierno actual?
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Pues en principio la sucesora jerárquica de Pedro Sánchez si éste muriera o enfermara sería la vicepresidenta primera, Carmen Calvo, pero resulta que la vicepresidenta primera también está contagiada e ingresada en un hospital (privado, por cierto). La presidencia en funciones o suplente (según fuera el caso fallecimiento o enfermedad) recaería por tanto en el vicepresidente segundo, o sea Pablo Iglesias.
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Recapitulando, en caso de que muriera Pedro Sánchez, el gobierno quedaría en funciones y habría que afrontar un nuevo proceso de investidura, sin necesidad de volver a convocar elecciones, algo por otro lado problemático en este momento. A consecuencia de la enfermedad de Carmen Calvo, la presidencia en funciones podría recaer sobre Pablo Iglesias aunque fuera de carambola. Por esa misma carambola, si estando enferma Carmen Calvo enfermara Pedro Sánchez, Pablo Iglesias se convertiría en presidente suplente. Naturalmente todo esto no es más que un escenario hipotético, pero ni ilegal ni imposible. De hecho lo descrito sería la consecuencia legal de un escenario posible. Afortunadamente Pedro Sánchez parece gozar de buena salud de momento.
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