La Junta Electoral Central ha venido a concluir el pequeño vodevil que los partidos “progresistas” venían interpretando en el Ayuntamiento de Pamplona. Joxe Abaurrea, el concejal de Bildu inhabilitado judicialmente por haber agredido a la policía, había dejado a las fuerzas de “progreso” en minoría, desde luego a causa de sus propios actos, no por la acción del partido mayoritario. No obstante ser culpa de Abaurrea esta minoría sobrevenida, los partidos de la oposición exigían a Maya que suspendiera la aprobación de los Presupuestos hasta que se incorporara al relevo la sustituta de Abaurrea. Faltaría más, paremos el mundo. La Junta Electoral Central, sin embargo, se ha dado prisa en aprobar las credenciales de Garbiñe Bueno, la sustituta de Abaurrea, lo que le permitirá participar sin novedad en la votación de los Presupuestos de Pamplona.
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No deja de ser curiosa la forma en que cuentan algunos este desenlace, como el Noticias cuando asegura que “la celeridad de la Junta Electoral Central en enviar la autorización –en el último caso similar tardó un mes– frustra el intento de Navarra Suma de sacar adelante el Presupuesto con un concejal menos en la oposición con el voto de calidad del alcalde”. Por el contrario, era el propio Maya quien hace unos días denunciaba la precipitación de todo el teatrillo montado “dando por hecho que el día 30 va a faltar un concejal». En este sentido, el alcalde señalaba que «Hemos cumplido escrupulosamente el acuerdo del pleno y todo está ya remitido a la Junta Electoral Central», indicando que «parece que hay mucho interés en afirmar que no se va a llegar a tiempo«. Ahora se verifica el escenario que acertadamente apuntaba el propio Maya y parece que es un varapalo a Maya. Otra cosa es que se hubiera tenido que paralizar la vida municipal por los delitos cometidos por un representante de Bildu, y que de la ausencia del representante de Bildu tuviera la culpa todo el mundo menos el representante de Bildu. Al parecer, cuando alguien representa a Bildu se puede poner a pegar y morder a la policía sin tener que pensar por las consecuencias de sus actos. En vez de exigirse un comportamiento no ya responsable, sino no delictivo a los representantes de Bildu, ya se paralizará el mundo para que las infracciones no perjudiquen a los propios infractores.
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Morder o votar, esa es la bilducuestión
Podría pensarse que con la rápida decisión de la Junta Electoral Central (que tampoco tendrá tanto trabajo acumulado por estas fechas) y las credenciales de Garbiñe Bueno se ha resuelto el problema y se ha salvado la democracia en el Ayuntamiento de Pamplona pero, ¿qué pasa si el día de la votación Garbiñe se va al Himalaya emulando a otro insigne paladín de la izquierda aberztale? ¿O si Garbiñe es detenida justo ese día al ver una agente de policía por la calle y no poder reprimir el impulso de morderla? ¿Y si se va a esquiar a Arette aprovechando la reapertura de la carretera hasta la estación? ¿Se paralizaría la votación? ¿Por qué sería más perdonable que le pegara a una policía a que se fuera a esquiar o hacer alpinismo al Himalaya? ¿Acaso no es todavía peor pegar a un policía? Harían bien las formaciones de progreso en asegurarse de que los representantes de Bildu no le muerden a nadie antes de la votación, aunque tengan que llegar a la votación empaquetados como Hannibal Lecter. La democracia lo exige. Por duro que sea para los representantes de Bildu no se puede morder a la autoridad hasta después de la votación porque esta derecha sin escrúpulos podría aprovecharse de ello. Nadie sabe la contención que hay que practicar para ser representante de Bildu.
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