La vacuna de Pfizer, que es la que ahora se está administrando en primer lugar, comenzó los ensayos en Fase 3 durante el mes de julio. Es decir, echamos de menos en enero de 2021 una vacuna que ya existe desde julio de 2020 e incluso antes. Más o menos lo mismo sucede con la vacuna de Moderna. Es más, estas dos vacunas que están siendo las primeras en llegar son afortunadamente las más afectivas, o eso parece, de las que se van ensayando. Pero la pregunta realmente importante es, ¿por qué tenemos una escasez tan severa de una vacuna que ya se había desarrollado para el mes de julio y por qué unos países tienen más escasez que otros? ¿Es un problema de ricos y pobres o de listos y tontos?
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Desde que se comenzó a hablar de la vacuna todos tuvimos claras algunas cosas. Entre el desarrollo de la vacuna y su administración masiva a la población iba a pasar mucho tiempo. Por un lado porque para asegurarse de la eficacia y la seguridad de la vacuna tenía que pasar un tiempo que se nos dijo no sería menor a 18 meses. Al final ese tiempo no ha sido tan extenso pero han hecho falta unos cuantos meses sólo para verificar la seguridad de las vacunas en varias decenas de miles de voluntarios. Cuando se hubiera verificado la seguridad de la vacuna, el problema sería producir todos los miles de millones de vacunas necesarias y todo el tiempo que ese proceso requeriría.
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Ante las posibles esperas y para acelerar en lo posible la llegada de la vacuna, una opción era comprar masivamente varias de las vacunas que se estaban desarrollando antes de que se supiera si eran eficaces o seguras. Es decir, no sabiendo qué vacuna iba a ser la buena, cabía la posibilidad de comprar masivamente vacunas de todas las empresas que las estaban desarrollando. Esto implicaba para un país asumir el riesgo de gastar millones y millones en vacunas que después podían revelarse inseguras o ineficaces, pero también comprar la seguridad de que si una vacuna era segura y eficaz ya se habría comprado una cantidad masiva de dosis. Por otro lado, además de asegurar las vidas de la gente, la mejor medida anticrisis es tener la vacuna masivamente cuanto antes. Podemos estar seguros de que se van a dilapidar muchos más millones en ridículos planes anticrisis que en vacunas. O sea, que en ningún caso era mala idea comprar preventivamente vacunas porque la alternativa era esperar a comprarlas cuando se probara su eficacia y ser los últimos en la lista de espera.
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Si repasamos la hemeroteca hasta la fecha, vemos por ejemplo que la presidenta la Comisión Europea, Ursula Von der Leyen, firmó un acuerdo en noviembre con Pfizer. La hemeroteca, sin embargo, también recuerda que EEUU o Gran Bretaña firmaron contratos con Pfizer y con Moderna en julio, pagando además una cantidad superior que la UE. ¿Pretende la UE tener más vacunas habiendo hecho los pedidos más tarde y pagando menos? Si la vacuna llega antes a Gran Bretaña, EEUU o a Israel, ¿es por la maldad de las empresas o por la siempre decepcionante actuación de la Unión Europea? ¿Es más pobre la UE que Gran Bretaña o Israel o sólo más tonta? Los contratos de compra de vacunas de la UE además son opacos, ¿estarán tratando de ocultarnos, como algunos sospechan, que la vacuna no llega porque son unos ineptos negociando?
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Le dan asilo a Puigdemont, pero evitaran el comunismo en España y garantizarán que tengamos vacunas. Esta es más o menos la forma de pensar de cualquier europeísta. De momento tenemos asilado a Puigdemont y no tenemos la vacuna en mayor medida que los que están fuera de la UE, más bien al contrario. ¿Evitarán al menos los rollizos burócratas europeos la instauración en España de una dictadura comunista o tampoco? A ver si al final los euroescépticos no están tan locos. Eso sí, al menos la UE nos compra la deuda pública (y sostiene con ello artificialmente al gobierno) para que no quiebre el estado, aunque podría estar haciéndonos un favor envenenado.
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Un comentario
El problema parece que está en las negociaciones con los fabricantes de las vacunas; los representantes de la UE pusieron todo su esfuerzo en conseguir unos precios muy ajustados y, sin embargo, fueron mucho más blandos en las cuestiones relacionadas con los plazos y los flujos de entrega de las vacunas. Una vez más, la burocracia pasa por encima de la eficacia. Ahora, como siempre, que venga el maestro armero y atienda las reclamaciones.