Bildu se va de la Diputación de Guipúzcoa, viene el PNV, pero el debate sobre los peajes permanece. El problema de fondo es la catastrófica situación de las cuentas de la red viaria vasca. Aunque en Navarra se han pasado 8 años dando lecciones, en la CAV, como diría Alberto Chicote, «tienen un problema de categoría».
Ya hemos señalado en alguna otra ocasión que el peaje en la sombra es una fórmula sumamente cuestionable. No obstante, no quiere decir que el resto de fórmulas sean automáticamente maravillosas.
De entrada ya alguna vez hemos señalado que en la CAV también hay peaje en la sombra, concretamente el tramo Gerediaga-Elorrio, en Vizcaya, que Bildu califica como “la carretera más cara de la Península por kilómetro”, ya que costará a los vizcaínos 899 millones de euros y mide sólo 6,4 kilómetros.
Bidegi, la empresa pública que gestiona las vías de alta capacidad de Gipuzkoa, tenía en 2013 una deuda de 895,8 millones de euros; Interbiak, su semejante en Bizkaia, 942,5 millones, y Arabat-Vías, en Alava, 120 millones. En total 2.000 millones de deuda sólo por este concepto asfixiando las finanzas públicas de la CAV, lo cual se encuentra en el fondo de aquella iniciativa fallida de Bildu para poner peajes por circular en Guipúzcoa. La Diputación de Guipúzcoa ha inyectado 9 millones del Presupuesto en un rescate a Bidegui para que este año pueda hacer frente a los pagos de su deuda, en medio de diversos reproches entre Bildu y PNV por sobrecostes y malversación.
Volviendo a la actualidad y al regreso de la pretensión de poner peajes en Guipúzcoa, lo cierto es que volvemos a encontrarnos ante un plan en miniatura del proyecto de Bildu. O peor: de un regreso del plan de Bildu tal cual sólo que desarrollado por etapas progresivas, de forma que sea más fácil tragarlo que de golpe.
La medida inicial, en todo caso, consistiría en imponer un peaje a los vehículos de transporte y sólo por determinadas vías, en la N-1 en Echegárate y en Irún. Los transportistas ya han puesto el grito en el cielo.
En cualquier caso salta a la vista que, a la sombra o a la luz, el caso es poner un peaje. Lo que no existe es una fórmula mágica para que las cosas no cuesten dinero y para que quien lo pague, al final, no sea el ciudadano.
Como decíamos, el peaje puede ser para el ciudadano una fórmula más cara que la financiación tradicional, pero es preciso sopesar algunos otros factores:
-El endeudamiento, al menos aparente, que se evitó con el peaje en la sombra. -El coste de oportunidad. Con el dinero que la administración no utilizó para construir la infraestructura, pudo afrontar otros gastos.
Ahora, cuando debatamos a favor o en contra de futuros peajes en la sombra, habrá que tener en cuenta un factor más:
-Que después de pagarlo todo nos pongan un peaje a la luz.
Se supone que las autovías, a diferencia de las autopistas, se construyen con el dinero de los impuestos y luego son públicas y gratuitas, a diferencia de las autopistas. O que su coste es menor que el peaje en la sombra. Pero si después de pagarlas con los impuestos para construirlas se pone un peaje por usarlas…
3 respuestas
Pero vaya estafa. Si nos dijeron que ahora con #Potemos todo serían ‘sinpas’.
Qué desilusión.
¿Y el peaje entre Irurtzun y Tudela?
Todo gratis, que invita Ainhoa, la chuporroteadora de cerveza.