Vivienda: construir más casi siempre es la solución

El problema de la vivienda es un asunto importante. Lo es para que una persona pueda iniciar una vida propia e independiente. Para que una familia pueda tener un techo. Para que nadie viva en la calle. Para que la gente tenga una forma de ahorrar y conservar un patrimonio tangible. Pero también para que la economía de las personas no se vea asfixiada por la necesidad de pagar una hipoteca o un alquiler. En este sentido existen dos formas de aproximarse a la solución.

La forma de abordar el problema por parte de un socialista siempre abunda en la limitación de precios y en la desprotección de la propiedad. Los malos resultados están a la vista. Allá donde se limitan los precios se tensiona la oferta. O se deja de construir, o se deja de alquilar (lo que no se construye tampoco se puede alquilar), o se produce sobre las personas más vulnerables un efecto de exclusión. Es decir, si para facilitar el acceso a un piso limito el alquiler a 100 euros, habrá muchas personas aspirando a alquilar el piso y el propietario, lógicamente, si el precio es el mismo para todos los aspirantes elegirá al más solvente en vez de al más vulnerable. La limitación de precios no aborda además el problema de fondo que es el número de viviendas disponibles. Si tienes 9 casas y 10 familias vas a tener un problema hagas lo que hagas con los precios. Si tienes 10 casas resuelves el problema y si tienes 11 casas empiezas a tirar los precios.

La forma de resolver el problema de la vivienda pasa por tanto por olvidarse del socialismo y del control de precios y empezar a construir casas. Porque hay dos razones para que falten casas y las dos son culpa del socialismo. O bien directamente no hay casas, y entonces hay que construirlas, o bien hay casas pero la gente no se atreve a ponerlas en alquiler porque el propietario se encuentra totalmente desprotegido.

Obviamente puede existir un problema donde se necesite vivienda si falta suelo, ¿pero por qué falta suelo? Naturalmente en algunos lugares puede faltar suelo porque materialmente no lo haya, como en una pequeña isla a la que quisiera ir a vivir todo el mundo. La solución típica donde no se puede construir a lo ancho es construir a lo alto. Tampoco es fácil encontrar suelo en el centro de las grandes ciudades, pero la pregunta es si se trata de resolver el problema de la vivienda facilitando a la gente un techo o si esa vivienda hay que garantizársela a todo el mundo en la Milla de Oro. Obviamente tratar de conseguir esto ni tiene sentido ni es necesario. Sería como pretender que todo el mundo midiera 1,85 o que todo el mundo pudiera cenar el sábado a la misma hora en el mismo restaurante. El problema en España sin embargo no es en general la falta de suelo. ¿Cómo vamos a tener al mismo tiempo un problema con la España vaciada y de falta de suelo? El problema es en todo caso el suelo disponible. Y por tanto la burocracia y las limitaciones políticas que se suman a las limitaciones de oferta y de precios. Limitar el suelo edificable es para los ayuntamientos y los politicos el negocio del siglo. El beneficio de poder recalificar el suelo es para los políticos y sindicatos un fin mucho más importante que el de garantizar el derecho a la vivienda a todos.

Decíamos al principio que, además de proporcionar un techo, la vivienda es un asunto del que depende en buena manera la prosperidad de la sociedad. Si la cesta de la compra sube sensiblemente, como estamos experimentando en estos tiempos, se produce un notable efecto de empobrecimiento de la población. Atención porque si una vivienda que cuesta 250.000 euros pasa a costar 275.000 esos 25.000 euros de incremento dan para llenar muchos carritos de la compra. Normal que un incremento en el precio de las casas empobrezca de inmediato a la población. Si lo que sube no es el precio de las casas sino el interés de los créditos para comprar las casas estamos en la misma situación. No digamos si, aunque nos diga el presidente que la economía va como un cohete, suban los precios de las casas, de los coches, de la energía y del carrito de la compra todo a la vez.

Los tipos de interés son otra clave importante del asunto porque, igual que el gobierno genera un problema limitando el suelo o los precios, los bancos centrales (esa extensión de los gobiernos al servicio de los gobiernos) generan un problema ya sea emitiendo moneda para comprar deuda pública a los gobiernos (aumenta la inflación), ya sea bajando exageradamente los tipos para complacer a los políticos e impulsar un crecimiento artificial a costa del endeudamiento. Esto último es lo que llamamos una burbuja (construir más no es entonces una solución natural) y una vez más suele derivar de un acto de intervencionismo frente al libre mercado que provoca una subida de precios. Sin duda barajar acertadamente todas estas cuestiones es un asunto complejo, pero aunque no hay ningún camino que sea fácil hay un camino que nos lleva al desastre. La única opción racional es intentar gestionar como mejor se pueda las dificultades del otro camino.

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