Elsa Pataky se ha convertido en objeto de una viva polémica. En realidad todo empieza por unas declaraciones de su marido, Chris Hemsworth, el cual al recibir un homenaje en el Paseo de las Estrellas de Hollywood va y tiene la ocurrencia de agradecer y reconocer a su mujer el trabajo y sacrificio de los últimos años por su familia, dejando de lado su profesión para poder dedicarse al cuidado de sus hijos.
Instantáneamente al actor le cayó un chorreo de críticas todas ellas bajo el epígrafe de machista. El modelo de la mujer cuidando a los hijos mientras el marido se va a cazar mamuts no es aceptable. A lo que se tienen que dedicar las mujeres es a su carrera, nada de priorizar la familia. Que se hubiera quedado él cuidando a sus hijos y amamantándolos.
Ante los ataques recibidos por su marido, Pataky tuvo que dar a la tiranía woke todo tipo de explicaciones, pero hay que reconocerle a la actriz que se reafirmó plenamente en sus prioridades. En este sentido insistió en que había decidido de forma totalmente libre cuidar a sus hijos, que había puesto a su familia por encima de su trabajo, que eso además la había hecho muy feliz y que no se arrepentía en absoluto.
Más allá del relato de lo sucedido, es evidente que hay muchas cosas que chirrían en este asunto. ¿Por qué tiene que dar todas estas explicaciones Pataky? ¿Por qué se le acosa por haber decidido de este modo?
Queda claro que nos encontramos ante una tiranía woke y que de lo que se trata no es de que las mujeres o los hombres puedan elegir lo que quieran, y después se respetan sus decisiones, sino que uno tiene que elegir lo que quieran los progres y las feministas. No se puede dar un paso sin su aprobación. Si alguien se sale del camino establecido queda señalado, se pone el foco sobre él o ella, se genera un debate público en torno a su vida y sus decisiones, se le cuestiona, se le exige que se justifique, se le marca como machista, se le piden cuentas en todas las televisiones. No hay libertad porque sólo se te deja en paz, se te respeta y se te deja tranquila si eliges el camino que marcan ellos. Si eliges otra cosa tienes problemas, eres noticia, se te pone el foco encima, te encuentras bajo sospecha. No defienden a una mujer libre, defienden a una mujer sometida a su recetario. Y cuidado con salirse del recetario. Ni les importa que Elsa Pataky sea feliz fuera de su recetario, ni les importan todas las mujeres vacías, infelices e insatisfechas que deja como estela su recetario.
Naturalmente toda la polémica parte de la base de que la carrera es más importante que la familia. O sea, el planteamiento del reproche es que una mujer haya sacrificado su carrera por su familia. Sería impensable que el reproche fuera haber sacrificado a su familia por la carrera. Y sin embargo, ¿en qué momento hemos decidido que la carrera es más importante que la familia? ¿Para qué padre o madre es más importante su carrera que sus hijos? Y no digamos, ¿para qué niño es más importante la carrera de su padre o de su madre que estar con su padre o su madre?
Irónicamente, este reproche por no colocar a la familia por debajo del trabajo viene de gente que después considera el trabajo como una forma de explotación capitalista y empresarial. Gente que promueve una reducción constante de la jornada laboral. Gente que considera el trabajo como una carga indeseable y una maldición. Pero hay que poner a la familia por debajo y al servicio de esa maldición. Trabajar para el dueño de tu empresa es una liberación. Si eres mujer una doble liberación. Ya contratarás a alguien para que cuide de tus hijos. Si los cuidaras tú estarías oprimida, pero si los cuida otra que no es su madre se libera. Tienes que dejar de cuidar a tus hijos e irte a trabajar para poder pagar a otra que se libere cuidando a tus hijos. Es todo muy demencial.
Es curioso porque, si le tocara la lotería, casi todo el mundo dejaría de trabajar. Casi nadie ve los lunes como una liberación. Y sin embargo esa cosa que haces sólo porque no te ha tocado la lotería y porque no te queda más remedio, resulta que la tienes que poner en un altar en el que sacrifiques a tu familia. Como si trabajar, para la gran mayoría, no tuviera otro sentido que precisamente proveer de recursos a tu familia.
Como dice Pataky, el equilibrio entre familia y trabajo es un asunto muy personal. Hemos pasado de que la mujer sea libre para trabajar fuera de casa a cuestionar que sea libre para cuidar a sus hijos. En tal caso no ha habido ninguna liberación, sino un tránsito a una nueva esclavitud.
Naturalmente todo esto no es inocente. Una vez más se trata de la demolición de la familia. Un niño con familia es menos manipulable por el poder, son sus padres y no el gobierno los que le enseñan lo que tiene y lo que no tiene que hacer. Un hombre o una mujer sin familia es más vulnerable y más dependiente del poder. Un hombre o una mujer con familia es más exigente y demandante. Tiene algo por lo que luchar, algo que proteger y cuidar. La familia es un intermediario entre el poder y el individuo que le molesta al poder. Un hombre o una mujer con familia trabajan para mantener a su familia. Un hombre o una mujer sin familia, o para los que la familia no es importante, es alguien con disponibilidad total para trabajar, para producir, para pagar impuestos, para cotizar, para servir. Parafraseando a Juan Manuel de Prada, a un hombre o una mujer solos se les puede contentar con un satisfyer, un patinete eléctrico y un cuchitril.
Un comentario
Cómo no van a chillar, siendo Elsa una mujer occidental que se va a dedicar a tener hijos y a educarlos, si ellos va en contra del objetivo de reducirnos de 7.000 millones a 400 millones. O al menos eso dicen los enemigos de la humanidad.