Sabido es que el nuevo ejecutivo socialista de Sánchez Castejón subirá la fiscalidad -y disparará el gasto público- más de la cuenta. Incluso habló hace poco el presidente de que se debía de «redistribuir el crecimiento» (en pocas palabras, retórica comunista).
Aparte de malos augurios en relación al Impuesto de Sucesiones y Donaciones, los tributos aplicados sobre la banca, la renta, la energía y los carburantes, entre alguno que otro más, subirán también (los que no existan, se crearán) gracias al nuevo gabinete.
Ahora bien, no nos vamos a centrar en estos, sino en los impuestos aplicados a la banca, que forman parte de cierto discurso demagogo izquierdista. Precisamente, vamos a analizar las declaraciones al respecto que la Ministra de Trabajo, Magdalena Valerio, ha emitido.
Ayer, la política en cuestión declaró, en una entrevista para la cadena radiofónica COPE, que «igual que este país ha sido solidario con la banca y con las cajas de ahorros quebradas, los bancos van a ser solidarios con el sistema público de pensiones, entre otras cosas porque los pensionistas son sus clientes«.
Lo más llamativo de estas declaraciones no es la permanente ignorancia de la clase política española ante el fracaso del sistema bismarckiano de pensiones, respecto a lo cual ignoran que no se libra de los fallos de cualquier sistema centralizado (siendo insostenible por ende), aparte del agravante del invierno demográfico.
El caso es que el economista austriaco Friedrich August Von Hayek vuelva a llevar razón al evidenciar que la razón de ser del socialista es el no entender de economía. En este caso, en relación a la hora de considerar una elevada fiscalidad, lesiva para el ciudadano, como una solución para algo irreparable.
Cree Valerio que los impuestos a la banca los deben de costear las propias entidades financieras «por arte de magia», pero no es así. Lo que ocurrirá es que de una u otra manera, los costes repercutirán única y exclusivamente en los sufridos contribuyentes.
Las comisiones y los intereses podrían acabar teniendo un mayor coste (por ejemplo, lo que nos cuesta hacer una transferencia, que en ocasiones, no es barato de por sí). Pero eso nadie lo regala; lo paga el titular de la cuenta bancaria siempre, sin duda.
En cualquier caso, ni los pensionistas ni las empresas ni las familias ganarán con el expolio fiscal que trama la Administración Sánchez. Mientras que sigan empeñados en no querer entender de economía, correremos un mayor riesgo de tener más dificultades para prosperar.
