Hay una gran hipocresía en tratar de reducir el debate de lo que sucede en UPN a que todo se trata de diferencias amables entre amigos y camaradas exclusivamente sobre la forma de atender mejor al partido, partiendo de la hipótesis de que el partido está desatendido. El partido no está desatendido, lo que hay es una lucha a muerte larvada hace tiempo y las caras sonrientes a la salida, cada vez menos sonrientes, ya no engañan a nadie.
¿Cuándo empieza la crisis en UPN?
Aunque los últimos terremotos son perceptibles para toda lo sociedad, cualquiera que haya estado atento al sismógrafo político de UPN sabe que la tierra se mueve inquieta desde una fecha muy concreta: desde que Sanz dejó la presidencia del gobierno en 2011, momento en el que Sanz reunía el poder absoluto en el gobierno y en el partido.
La catastrófica herencia de Sanz
Sanz deja entonces a Yolanda Barcina una herencia catastrófica, muy similar a la que dejó Zapatero a Mariano Rajoy: unas cuentas públicas completamente desajustadas y una deuda estratosférica, en buena medida como precio a la alianza estratégica de Sanz con el PSN y Roberto Jiménez. Pero además, Yolanda Barcina no tiene la mayoría absoluta de la que goza Rajoy sino que hereda una precaria mayoría minoritaria. Adicionalmente, Sanz deja a UPN enfrentado con el nuevo gobierno de España. Barcina, para colmo de males, en UPN no controla el aparato del partido después de casi dos décadas de sanzismo. Por si fuera poco, Barcina hereda la gigantesca patata caliente de Caja Navarra de la que Sanz dice ahora: “a mí que me olviden”. Sobre todos estos escombros y en la peor crisis desde 1929, es a partir de donde Yolanda Barcina, en 2011 (antesdeayer) tiene que empezar la ingrata labor de gobernar y tratar de corregir todos los desajustes sola y contra todos en el Parlamento, cuestionada hasta por parte de los suyos en el seno del partido.
La militancia de UPN tendrá que elegir entre Barcina y Sanz
La unidad no puede consistir en que o se hace lo que Sanz quiere o no hay unidad. Sanz no ha sabido irse y es un problema interno para UPN cuya única solución es que la militancia reafirme a Barcina o que haya un presidente completamente sometido a Sanz, su discurso y su “quesito”. Es por ello que la elección real no es Barcina o Catalán sino Barcina o Sanz. Hay diferencias ideológicas, la prueba es que el quesito apoya en bloque a Catalán. Catalán a su vez no es nadie sin el apoyo del quesito, lo que le convierte en un títere de Sanz. Resulta evidente que sea quien sea el presidente de UPN tiene que haber una armonía entre el presidente y el resto de cargos del partido. Esa armonía se puede reestablecer por dos vías: o se cambia el aparato del partido por otro que respalde al presidente o se cambia al presidente por otro del gusto del aparato del partido. Pero para lo uno o lo otro existen dos caminos.
Democracia o que decidan las vacas sagradas del partido
Aunque estos días se repita que la militancia de UPN quiere un acuerdo entre Barcina y Catalán, esto no resulta del todo cierto. La militancia es un colectivo demasiado extenso como para que Sanz o Barcina puedan saber lo que está pensando, a quién apoya o a qué precio. Lo que sí resulta evidente es que el aparato del partido apoya mayoritariamente a Sanz. Por consiguiente, si se consigue un acuerdo cocinado con el aparato del partido al margen de la militancia, se convertirá a Barcina en una cáscara vacía, una figura de cartón piedra que será eliminada más adelante, después de que se convoquen elecciones anticipadas, petición que será el siguiente movimiento del quesito tras colocar a Catalán como presidente de facto.
Un mal acuerdo es veneno para Barcina
Hay una lucha a muerte y las muecas sonrientes en público no engañan a nadie. Es mejor asumir esta división y actuar en consecuencia que aparentar que no existe, sobre todo porque la división sigue existiendo y nadie se cree el discurso de que no la hay. Barcina tiene tres opciones: gana el congreso y preside, pierde el congreso y empieza a pensar en su futuro fuera de la política, o se convierte en presidenta de cartón piedra en espera del momento de ser sustituida. La posibilidad de un acuerdo es una derrota clara para Barcina. Dar más poder a quien te causa problemas es garantía absoluta de más problemas en el futuro. Quienes le causan problemas, además, tienen como fin último la eliminación de Barcina, por lo que cualquier acuerdo con Barcina necesariamente tendrá carácter efímero y transitorio.
Barcina tiene que correr un riesgo para evitar la certeza de la derrota
Cierto es que Barcina corre un riesgo recurriendo a que la militancia vote entre dos opciones y elija lo que prefiera. El sector del quesito no quiere que la militancia se defina entre dos candidaturas porque si la batalla se disputa en el aparato del partido, que está bajo su control, la tiene ganada. Por eso el quesito pide unidad aunque sea él quien la rompa. Sencillamente no quiere que la cuestión se resuelva en un ámbito (un congreso donde votan todos los militantes) en el que no tiene el control absoluto. Así pues Barcina lo tiene muy difícil. Pero las alternativas son la certeza de la derrota si se pliega a un acuerdo bajo las condiciones del quesito o la posibilidad de una victoria si gana el congreso. Obviamente Barcina debe proponer a alguien de su confianza para todos y cada uno de los cargos. Y si el sector del quesito gana pues que sirva de clarificación. No tiene sentido ser presidenta de una militancia que no te quiere. Y si te quiere, entonces no tiene sentido quedar prisionera de unas vacas sagradas que no tienen el apoyo mayoritario de la militancia. La solución a la crisis de UPN es la democracia interna. Si es usted militante, tal vez le interese de cara al 17 de marzo ir despejando la agenda y ponerse al día del pago de las cuotas.
8 respuestas
Interesante artículo, del cual he deducido que lo más importante no es el significado de las palabras (o de las ideas) sino saber quien manda (ya lo dijo Lewis Carroll en Alicia en el País de las Maravillas)
Que les quede claro a los militantes de UPN que el 17 votarán Quesito o No-quesito. Y que el Quesito es el que nos ha llevado a donde estamos, con peores tasas de incremento de paro y deuda que la media nacional. Si estamos mejor es porque partíamos en 2008 de una mejor posición. Pero más Quesito hará reventar nuestras arterias de colesterol socialista.
Si Sanz lo estaba haciendo tan mal y Barcina desde 2008 no ha hecho mas que ir para atrás, no veo otra solución que pedir la comparecencia de otros candidatos que puedan ofrecernos al menos el beneficio de la duda sobre el posible exito de su futura gestión.
Cuando el articulo dice que Barcina hereda una precaria mayoria minoritaria se olvida que la torpeza de la Junta de Fundadores hizo que de 10 a 15.000 votantes de UPN se quedaran en Casa. Pregunten también a la militancia lo bien que tolera Barcina la más mínima disidencia, su tono, sus gestos, su impaciencia, sus desprecios. Salu2
Una cosa es ofrecer dosis de provocación por parte de NC, y otra dislocar la realidad y realizar estraperlo informativo. Llamar títere de Sanz a Alberto Catalán es desinformación, descaro, desconocimiento y malicia. Venga ya. Que los militantes voten en libertad, en conciencia, y sabiendo que el partido está por encima del ego de la «Primera Dama».
No siendo militante de UPN, me gustaría hacer la siguiente crítica.
Las personas que ostentan una candidatura y es avalada por sus militantes como es en este caso Barcina y Catalán, no debe de servir para sembrar la fragmentación de un partido. Si no para nutrir sus expectativas en base a la pluralidad de sus pensamientos.
Quiero destacar ambas candidaturas, ambos logros de liderazgo, ambas personas han sabido transmitir a sus militantes, sus propuestas, sus formas de trabajar, sus formas de ser como personas.
Sus militantes se han visto reflejados en ambos candidatos y han dado su confianza a ambas personas, para que hagan uso a través de su ser las necesidades que puede tener parte de Navarra.
A mi forma de verlo ambos son ganadores, aunque uno ostente la presidencia.
Hay que dotar a los partidos de tolerancia y libertad interna, lo importante es construir un buen proyecto vertebrado.
En estos momentos parte de Navarra está huérfana, hay tantas discrepancias internas en los partidos que no se nos representa.
Hoy mas que nunca necesitamos líderes que luchen por nuestros derechos, por encima de las discrepancias, por la Comunidad Foral de Navarra.
Buen entendimiento Señores, por el respeto a esta tierra y a sus gentes, por la Comunidad Foral de Navarra.
No siendo yo tampoco militante de UPN, recomiendo sin embargo a este partido cambiar de candidatos si quiere seguir siendo el partido de la mayoria navarra.
Solo el miedo a la izquierda radical hace que haya quien les vote hoy en día, no la confianza.
Me temo, querido pink, que UPN hace tiempo se conviertió en un mero partido de gobierno, mejor dicho, una institución cuyo casi único y principal objetivo es gobernar, ostentar el poder en Navarra. Es la parte gruesa (por no decir gorda) del Establisment foral establecido. Todo ello dejando de lado principios fundacionales y abandonando la batalla de la ideología que lo dejaron (como buenos maricomplejines de derechas)para los partidos de izquierdas y nacionalistas vascos por supuesto. Estoy deacuerdo con Elena Sanz pero iría más allá. De nada sirve el mero cambio de peronajes si no se rescatab principios y se comienza a plantar batalla en el plano ideológico.