Habemus encuesta. No una encuesta cualquiera, sino una encuesta foral. O sea, ni siquiera una encuesta nacional en la que hay un apartado para Navarra en el que participan 16 encuestados, sino una encuesta de verdad, una de CIES, con 1.000 entrevistados en la primera quincena de abril. La hace pública ahora UPN, presumiendo de que sube de 15 a 17 diputados. El PP bajaría de 3 a 2 y VOX mantendria sus 2 escaños. Por el lado cuatrisanchista, Bildu le daría el sorpasso al PSN, subiendo de 9 a 11 diputados. El PSN bajaría de 11 a 10. Geroa pasaría de 7 a 6 diputados y Podemos de 3 a 2.
Los resultados de la encuesta no se sienten demasiado estimulantes porque vuelven a mostrar un panorama políticamente petrificado. Los bloques y las mayorías se mantienen. Sería posible el quesito, pero no sufre apenas desgaste el cuatrisanchito. Para otras opciones no salen los números.
En contra de esta encuesta hay que decir que las encuestas en los últimos tiempos funcionan como un termómetro escacharrado. Así, resultaba divertido ver aparecer a Esparza en 2022, igual que ahora aparece Ibarrola, con una encuesta de CIES que prometía 17 diputados para UPN. Lo mismo que ahora. En aquella encuesta, VOX no obtenía ningún diputado.
Decíamos que era divertido porque casi en la misma fecha era el PSN el que se sacaba de la manga otra encuesta y también de CIES, para más INRI, pero esta dejaba a UPN en 14 diputados y le daba 13 al PSN. O sea, que cuando el encargo era de UPN entonces CIES les daba 17 diputados a los navarristas y 10 a los socialistas, y cuando el encargo era del PSN entonces CIES les daba 14 diputados a los navarristas y 13 a los socialistas. Por si fuera poco, al final en los resultados de las elecciones de verdad UPN obtuvo 15 diputados, ni 13 ni 17. ¿Entienden ahora nuestro escepticismo con las encuestas?
Sea como sea, tanto las encuestas como los resultados electorales de los últimos tiempos vienen a mostrar una congelación del espectro político navarro. Parece que para esperar un cambio significativo de los resultados haría falta un fuerte revulsivo, una crisis importante, un deterioro apreciable. Sería una pena que tuviera que llegar un deterioro muy fuerte de la Comunidad Foral para conseguir un resultado electoral diferente, en vez de conseguir un resultado electoral diferente para evitar un deterioro muy fuerte de la Comunidad Foral. Pero Navarra decide. Las otras dos formas de esperar un cambio son un cambio lento de marea a través del debate, la pedagogía y la batalla de las ideas. Ahí estamos, aunque tenemos muchos menos cañones que nuestros antagonistas. La otra forma es un cambio de estrategias y alianzas pero que por un lado puede requerir una sacudida del tipo de la que hablábamos para conseguir un cambio de mayorías, en cuyo caso a lo mejor alianzas que entonces se volvieran posibles también se volverían superfluas. Sería por otro lado la forma de cambio menos parecida a un cambio, si se espera construir algo diferente al socialismo de la mano de los socialistas o deshacer los desastres de los sanchistas de la mano de los sanchistas.
Un comentario
En los años del GAL el PSOE tenía la alcaldia de Alsasua, en la persona de Emilio Boulandier. Fue empezar a acercarse al nacionalismo y diluirse como un azucarillo…
Alla donde el psoe besa el culo al nacionalismo vasco se viene abajo.