Este domingo 28 de junio, víspera de la festividad de San Pedro y San Pablo, los polacos han sido citados a las urnas para elegir a quien ejercerá el rol de jefe de Estado (presidente) durante los próximos cinco años.
Los comicios no solo han resultado de interés para los propios polacos. En el extranjero, como es sabido, este país eslavo no solo despierta interés en quienes admiran su sociología conservadora, sino también entre todo el entramado revolucionario que desea subvertir su catolicidad tradicional.
Es por ello por lo que con una atención tanto esperanzadora como preocupante (depende de la persona) se observa la tendencia del candidato del principal partido de la oposición, el centro-izquierdista Rafal Trzaskowski, alcalde de Varsovia y socio de Pablo Casado e Isabel Díaz Ayuso.
Una ajustada segunda vuelta entre los socios de Santiago Abascal y Pablo Casado
En un principio, la persona en cuestión no iba a concurrir a la Presidencia de Polonia. No obstante, el pronosticado descalabro de su compañera Malgorzata Kidawa-Blonska, que renunció bajo un absurdo pretexto, desesperó a la Plataforma Cívica, que tuvo que rebuscar entre nuevas glorias con algo de carisma.
De hecho, si bien, en esta primera ronda, según los sondeos a pie de urna, Trzaskowski habría quedado segundo, estando a diez puntos por debajo del conservador Andrzej Duda, del partido de gobierno (Ley y Justicia), la segunda vuelta estaría muy disputada.
Pero ese estrecho margen de victoria no sería tanto debido a la izquierda (cabe destacar, por cierto, que el homosexualista Robert Biedron no ha conseguido más de tres puntos, siendo inútil una vez más el intento de suma de los aliados polacos de PSOE y PODEMOS), sino a parte del «electorado derechista».
Ciertamente, los nacionalistas conservadores de Ley y Justicia presentan cierta debilidad en el terreno cultural mientras que, en materia económica, son bastante partidarios de la intervención del Estado en la economía. Y esto no agrada a toda la derecha polaca.
Así pues, teniendo en cuenta el escaso margen de maniobra del presidente del país, algunos estarían dispuestos a votarle con la nariz tapada, con la esperanza de un bloqueo político (cierto es que «cuanto menos se gobierne, mejor») o de castigar al PiS sin más.
Eso sí, esto sería un peligro estratégico dado que supondría un buen balón de oxígeno para todas esas hordas revolucionarias que pretenden que países como Hungría y Polonia abracen totalmente el multiculturalismo, el secularismo extremo y la ideología de género (con su agit-prop).
Una coalición de tradicionalistas, paleolibertarios y nacionalistas irrumpe para quedarse
Cambiando de tercio, dejando aparte la preocupación que me suscita que haya cierta probabilidad de que Trzaskowski presida el país natal de San Juan Pablo II, creo que hay un fenómeno electoral que quienes creemos en la tradición y en la libertad hemos de observar con interés.
Parece que la tendencia marcada por algunos sondeos no ha sido dispar en lo que concierna a Confederación – Libertad e Independencia, una coalición que incorpora al identitario Movimiento Nacional, a tradicionalistas como Grzegorz Braun y a los paleolibertarios de Wolnosc (formación de Korwin-Mikke).
Teniendo en cuenta lo que estiman los sondeos a pie de urna, esta candidatura habría obtenido más de un siete por ciento de votos, posicionándose como cuarta formación política en el tablero político polaco (recordemos que ya cuenta con representación en el Sejm).
De hecho, es una de las opciones preferidas de la juventud polaca, que tiende a ser más antiestatista que sus antepasados, sin renunciar a su fe católica así como tampoco a cualquier otro aspecto pro traditio (son también bastante euroescépticos).
Y es que en esta candidatura debe de haber considerable influencia del ramo más libertario (aparte de que Bosak es más partidario de la economía libre que Kaczynski) dado que el marco general del programa económico está orientado a la reducción de gasto, impuestos y trabas burocráticas y reguladoras.
El tradicionalismo libertario no es nada irrelevante en Polonia
Una vez abordado lo anterior, si bien hemos de observar con preocupación una posible victoria ajustada de Rafal Trzaskowski, deberíamos prestar atención a la relevancia que está adquiriendo, progresivamente, la causa antiestatista y pro-mercado en el movimiento contrarrevolucionario.