Este fin de semana el gobierno foral ha visto muchos vehículos y ha escuchado muchos bocinazos. Si el sábado eran los transportistas y agricultores los que se manifestaban contra la nueva fiscalidad con la que el gobierno les pretende asfixiar, el domingo volvían a ser las familias quienes se manifestaban a favor de la libertad educativa y en contra de la Ley Celaá. La gente quiere poder elegir la educación de sus hijos, como hizo con sus hijas la propia Celaá. O sea, no es que a Celaá no le guste la libertad. A Celaá le encanta la libertad cuando es para ella, lo que no le gusta es que sean los demás los que puedan elegir con libertad.
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El caso es que tras una primera manifestación hace menos de un mes en la que se movilizaron cerca de 6.000 vehículos, este fin de semana volvieron a salir a protestar alrededor de 3.000, una buena cifra si se considera precisamente la dificultad de movilizar a las familias de una manera tan seguida. Para muchos observadores, desde luego, más vehículos de los esperados. Que se lo digan si no al delegado del gobierno, el socialista José Luis Arasti, quien quería imponer un límite de 200 vehículos. Los 3.000 vehículos que se manifestaron fueron por tanto unas 15 veces la cifra que trataba de imponer el delegado gubernativo.
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A este respecto no podemos dejar de señalar el mal lugar en que el Tribunal Superior de Justicia de Navarra dejó a Arasti el viernes, revocando la citada limitación y considerándola improcedente tanto por motivos de orden público como de salud. O sea, en una democracia el poder tiene que ser cuidadoso a la hora de establecer límites a las libertades. Obviamente a veces proceden esas limitaciones, pero el gobierno debe estar muy seguro de que efectivamente proceden y son legales cuando las impone. En el caso de Arasti la Justicia ha dejado en muy mal lugar al delegado del gobierno evidenciando que a este señor, como nos temíamos, parece que no le gusta nada la libertad. Lamentablemente no se trata de un hecho aislado sino que vivimos instalados desde el comienzo de la pandemia en una severa restricción de nuestros derechos fundamentales. Entre la ciudadanía se extiende la impresión de que por un lado el gobierno se encuentra muy cómodo, preocupantemente cómodo, con esta falta de libertad. Y por otra parte, la ciudadanía también empieza a sospechar cada vez más ampliamente que no todas las restricciones que nos están imponiendo tienen nada que ver con la salud. Incluso las que tienen que ver con la salud se aprovechan para ir mucho más allá de los asuntos relacionados con la salud, como es el caso de la propia ley Celaá. Podríamos concluir que pese a estar viviendo un momento de excepcionalidad se está aprobando una catarata de reformas legislativas pero parece que la descripción exacta de la realidad es justo al revés: no se están aprobando leyes constantemente pese a la situación de excepcionalidad, sino aprovechando los recortes de las libertades y las limitaciones parlamentarias de dicha situación de excepcionalidad.
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Un comentario
yo de lo que NO ESTOY SEGURO es de que sea bueno hacer esas MANIFESTACIONES de CAMIONEROS…, AGRICULTORES…, TAXISTAS…, y de EDUCACION de la LEY CELAA en nuestro MILENARIO REYNO DE NAVARRA, ya que CREO MAS CONVENIENTE TRASLADARNOS a el norte del Reyno de Castilla (cuna de Vardulos, Cristios y Autrigones) que es donde TIENEN LAS SEDES CENTRALES las SUCURSALES que TIENEN EN PIE a TXIBITE…., vamos que en resumen creo que como se suele decir, es mejor hablar DIRECTAMENTE con los JEFES, o MANIFESTRANOS ANTE LOS JEFES, que ante DIRECTORES DE SUCURSALES como ha OCURRIDO ESTE FINDE EN NUESTRO MILENARIO REYNO DE NAVARRA, ES UNA IDEA…, pero creo que TENGO RAZON…., hay que MANIFESTARSE EN LA CABEZA DE LOS GOBERNANTES…, y NO ANTE DIRECTORES DE SUCURSALES como OCURRE EN NUESTRO MILENARIO REYNO DE NAVARRA, vamos que la próxima MANIFA ESPERO QUE VAYAMOS a el norte del Reyno de Castilla (cuna de Vardulos, Caristios y Autrigones) y decirles lo que pensamos de sus SUCURSALES EN NUESTRO MILENARIO REYNO DE NAVARRA (cuna de VASCONES).