Una familia de bandidos.

La Francia revolucionaria, 1793. La Ley sobre la constitución civil del clero convierte a los sacerdotes católicos franceses en “funcionarios públicos eclesiásticos”, sometidos a la obediencia del estado francés. Se trata, de hecho, de la nacionalización de la Iglesia Católica. El papa Pío VI consideró esta constitución civil del clero herética, sacrílega y cismática. Esto originó una ruptura en el seno de la Iglesia Francesa entre los clérigos constitucionales y los refractarios, y la ruptura definitiva entre la Revolución y el Papa.

La mayor parte de los sacerdotes católicos no acataron el juramento. La República comienza la persecución. Muchos católicos que habían apoyado en principio la Revolución pasaron a la oposición. Comienza a gestarse una revuelta que se suma al descontento popular de muchos revolucionarios decepcionados y estalla con las levas masivas de 1793. El conflicto degeneraría en una pequeña guerra civil que se conoce como la guerra de la Vendée, por la región en la que se inició la revuelta y que es la señalada en el mapa.

Dicha revuelta fue sofocada a sangre y fuego. El ejército encargado de la represión fue conocido como “la columna infernal”. Los prisioneros rebeldes eran embarcados maniatados en lanzas y estas eran hundidas en medio del río Loira a su paso por Nantes. Como intento de exterminio de un pueblo o grupo de oposición, la represión adquirió caracteres de genocidio, el primero de la historia moderna. El recuerdo de estos hechos, por tanto, convierte la obra a la que nos referimos en un libro desmitificador de la Revolución Francesa.

Todos los sucesos anteriores constituyen el marco en el que se desarrolla la trama de esta novela histórica, en la que los miembros de una familia, sólo por cuestión de conciencia y por seguir sus principios, se convierten en proscritos. Algo de lo que también podríamos encontrar ejemplo sin ir muy lejos y en estos tiempos. La novela fue publicada por primera vez en 1902, y acaba de ser reeditada por la editorial Gaudete.

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