Un euro por un banco. ¿Qué pasó con el Banco Popular?

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Hay quien cree que lo que ha pasado en las últimas semanas con el Banco Popular es que un banco que valía mucho dinero de repente ha perdido todo su valor y el Santander lo ha comprado por un euro. Algunos se extrañan de lo primero y algunos de lo segundo, por lo que no es raro que haya quien piense que nos encontramos ante alguna especie de chanchullo en esta España actual en la que todo, se supone, es chanchullo. Pues bien, vayamos por partes porque ni es cierto que el Popular fuera un banco excelente hasta anteayer ni que el Santander se lo haya quedado por un euro, como afirman algunos que cobran 400 mil euros por plasmar en un informe unos conocimientos económicos de los que ostensiblemente carecen.

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Para empezar, resulta muy revelador observar la evolución del valor de las acciones del Popular en los últimos 10 años. Claramente se aprecia que no estamos ante un problema que haya surgido durante las 3 últimas semanas. El Popular no era un banco que iba bien hasta hace cuatro días. En la cumbre de la burbuja del ladrillo, allá por marzo de 2007, las acciones del Popular costaban 39 euros. En diciembre de 2012, las acciones del Popular ya habían bajado por debajo de los 3 euros; es decir, habían perdido un 92% de su valor. Cuando una empresa pierde el 92% de su valor, básicamente se puede decir que el mercado está diciendo que se trata de una empresa en quiebra o al borde de la quiebra. Hablamos del año 2012, el Popular no era algo por tanto que iba muy bien hasta anteayer. De hecho, alguien que tuviera acciones desde 2007 ya había perdido 99 de cada 100 euros invertidos antes de la compra por parte del Santander. Con la venta al Santander, solamente perdió el último euro. Alguien que hubiera invertido más recientemente, mirando la evolución del Popular podía saber que se encontraba ante una empresa cuyo diagnóstico según el mercado era la quiebra.

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Queda claro por consiguiente que los problemas del Popular vienen de largo y que el Popular no era una empresa valiosísima y maravillosa hasta hace cuatro días. Hace muchos años que el Popular se había convertido en una inversión de alto riesgo y para saberlo bastaba con mirar en la gráfica la evolución de su precio. Cierto que a veces, sólo a veces, las empresas con graves problemas son una oportunidad de compra, pero los posibles beneficios suelen ser proporcionales al riesgo.

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Esto nos lleva a la segunda parte de la noticia la cual es que el Santander ha pagado 1 euro por el Popular, pero se hace cargo de un agujero estimado en 7.000 millones de euros. Esto significa que, en realidad, el Santander ha pagado por el Popular 7.000.000.001 euros, no 1 un euro. ¿Por qué compra el Santander una empresa con un agujero de 7.000 millones? Porque estima, con razón o sin ella, que si consigue captar a todos los clientes del Popular podrá recuperar la inversión con el paso del tiempo.

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Si el Popular estaba tan mal, ¿por qué no se decía?

Todo el mundo sabe que los bancos no tienen en la caja fuerte más que una pequeña parte del capital que manejan. El negocio de los bancos no es guardar el dinero sino prestarlo a cambio de un interés. Por esta razón, si todo el mundo va al banco más saneado del mundo a sacar su dinero al mismo tiempo, el banco se arruinaría. No habría dinero en la caja para devolver a todo el mundo su dinero ese mismo día. Es por esto que, cuando se habla de bancos, se evita como la peste señalar problemas que puedan hacer que la gente vaya corriendo a la entidad a sacar su dinero. Pero hay una trampa en esto.

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Es verdad que incluso un banco perfectamente saneado no puede devolver todo el dinero de sus depositantes al momento, pero esto se ha llevado a tal extremo que los problemas en los bancos son sistemáticamente negados. Si admitimos que de los bancos siempre hay que decir que van bien, sea cierto o no, estamos reconociendo que cuando las autoridades dicen que un banco está bien no tienen la más mínima credibilidad. Comparen ustedes las declaraciones tranquilizadoras del Banco de España o del ministro de Economía con la gráfica del Popular. La próxima vez, hagan caso a la gráfica y no a las declaraciones de la autoridad.

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Otra cosa que hay que contar respecto al caso del Popular es que el Popular no ha sido un caso aislado. Sí retrocedemos hasta 2012, casi todos los bancos-cajas de España estaban en una situación de pseudo-quiebra. Es por ello que se hizo evidente la necesidad de un rescate. Lo ocurrido con el Popular es de hecho lo que debe suceder cuando un banco va mal: que alguien lo compra o quiebra, y es el comprador o el fondo de garantía de depósitos el que garantiza la devolución del dinero a los clientes. No se pone dinero público, no hay castigo para el contribuyente y las pérdidas las asumen los accionistas y los prestamistas del Popular. Así debería ser siempre que quiebra un banco.

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Pero atención a la frase, hemos dicho que así debería ser siempre que quiebra UN banco. El problema si nos retrotraemos hasta 2012 es que en aquel momento tenían graves problemas TODOS los bancos. El sistema puede garantizar los depósitos cuando quiebra UN banco, pero no si quiebran TODOS los bancos.

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¿Y por qué tenían tantos problemas los bancos?

Simplificando la explicación, podríamos decir que si un banco le concede a alguien un préstamo de 200.000 euros para que se compre una casa de 200.000 euros, la operación se garantiza porque si la persona no paga el crédito el banco se queda la casa, la vende y recupera los 200.000 euros. ¿Qué sucedió con el crash del 2007? Que la persona del ejemplo pierde su empleo y el banco se queda la casa, pero cuando va a venderla ya no vale 200.000 euros, sino 125.000. Es decir, el banco tiene un agujero de 75.000 euros. Multipliquen ahora el ejemplo por miles, aplicado a compradores de pisos, inmobiliarias, empresas, comercios… Llegados a cierto punto, lo que empezaron a hacer los bancos era quedarse los inmuebles sin venderlos, para no reconocer que tenían una pérdida si los vendían. El problema entonces empezó a ser si los balances de las entidades financieras reflejaban adecuadamente el valor de sus activos… y si debían reflejarlos. Como se ha explicado unos párrafos más arriba, no se pueden reconocer los problemas de los bancos y provocar que todo el mundo vaya corriendo a la vez a sacar el dinero.

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El rescate general

Todo lo anterior, que no le ocurría a un banco sino a casi todos los bancos, y particularmente a las cajas, nos situó allá por los años 2012-13 en un escenario en el que no se trataba de dejar o no que quebrara un banco, sino que el debate era dejar o no que quebrara todo el sistema financiero. Cuando el que quiebra es un banco ya vemos que no hay mayor problema, pero la situación es muy distinta cuando lo que puede quebrar es todo el sistema. Lo que se decidió en aquel momento fue llevar a cabo un rescate general con dinero público y mediante diversos instrumentos, asumiendo por un lado que era menos catastrófico un rescate público que dejar quebrar al sistema, y asumiendo por otra parte que nos encontrábamos ante una situación puntual que, con el rescate, el sistema financiero podría superar y volver a una situación de saneamiento y rentabilidad.

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El no rescate particular del Popular

Ante toda la situación descrita, los dirigentes del Popular cometieron al menos dos errores, como en la película de Clint Eastwood. Primero se lanzaron tarde, mal y en tromba a los préstamos inmobiliarios, con lo que cuando bajó la marea quedaron más expuestos que el resto. Segundo, en vez de reconocer la situación y acogerse al rescate, jugaron a aparentar que no estaban tan mal, pensando que en el negocio bancario la solvencia es consecuencia de la confianza y no la confianza consecuencia de la solvencia. También jugó en contra del banco, frente a otros más grandes, el hecho de que casi todo su negocio estuviera en España, no habiendo otras zonas geográficas con las que compensar resultados. La consecuencia fue que, en vez de asumir la realidad y pedir el rescate, Popular se instaló en una absurda estrategia de negación para posteriormente, una vez pasado el momento de los rescates, verse abocado en su lugar a una serie de ampliaciones de capital que no resolvieron suficientemente el problema de solvencia y han arruinado encima a buena parte de los accionistas.

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Cuidado

Todo lo anterior es la letra grande del relato. Entre la letra pequeña podremos encontrar miles de casos como el de la viuda que fue con el dinero cobrado del seguro de vida de marido a la sucursal del Popular de toda la vida, en la que el director o un empleado, presionado para colocar a la desesperada acciones de la entidad, le recomendó invertirlo todo en alguna de las últimas ampliaciones de capital. Esa viuda hoy lo ha perdido todo. No podemos creer a los ministros, no podemos creer a las autoridades monetarias, no podemos creer a los banqueros y no podemos creer a los empleados de los bancos. Y en esto se van a basar multitud de reclamaciones judiciales en este caso. Tampoco se crean al pie de la letra todo lo que lean en las publicaciones digitales. Anden siempre con pies de plomo.

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4 respuestas

  1. O sea, que además de los múltiples factores mencionados, está el que «te toque» un director de sucursal honesto y empleados honrados. Pues sí que … A lo mejor ni te sirve «no poner todos los huevos en la misma cesta», que luego viene el gurú de turno diciendo que el euro no vale nada y … Entonces, ¿el calcetín? ¿gastar y disfrutar mientras se pueda? Ufff, qué lío!

  2. Pues a una que yo sé le ha salido un libro solito. Ahora sólo tiene que buscar quien se lo publique.

    ¡Ay madre!

  3. Aun recuerdo lo que se descojonaban los de la CAN de los de la Rural de Navarra.
    Bueno, se siguen descojonando ya que están todos disfrutando de una jubilación dorada.
    Lo único que hizo bien Goñi fue regalar a la Caixa el muerto viviente que era Banca Cívica.

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