Un Chupinazo tenso

La ikurriña no estará este año, presumiblemente, en la fachada del Ayuntamiento. Seguramente será así no sólo porque ahora la alcaldía de Pamplona se encuentra en manos de Navarra suma y Enrique Maya, sino porque ya hasta con Asirón no hubo ikurriña el último año gracias a los tribunales de Justicia. Sin embargo, otra cosa es que una ikurriña de grandes dimensiones, o pancartas a favor de los presos y similares, se introduzcan en la plaza consistorial como viene sucediendo en los últimos años. En este sentido, no obstante, Maya ha impuesto este año mediante un bando la prohibición de acudir a la plaza con “banderas o telas de gran tamaño con las que se pueda cubrir a un elevado número de participantes, que puedan ocasionar movimientos de masas indeseados, o cualquier otro elemento susceptible de originar daños directa o indirectamente”.

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El alcalde no parece demasiado optimista respecto a que esta limitación se pueda hacer cumplir sin altercados, al punto que en una entrevista en esRadio declaraba hace unos días que «será un chupinazo tenso porque los de Bildu intentarán colgar la ikurriña«. Aunque Maya parecía referirse más que nada a los balcones del edificio y los ediles de Bildu, quizá lo más preocupante sea lo que puede ocurrir en la plaza o sus inmediaciones, como por cierto otros años en los que ya se ha intentado evitar la introducción de ikurriñas de grandes dimensiones.

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Desde luego la razón le asiste al alcalde en la decisión de prohibir la entrada en la plaza de estas grandes pancartas y banderas, para convencerse de lo cual basta con ver los vídeos de varios años y el modus operandi del grupo bien organizado que introduce estas banderas y pancartas en la plaza. Se trata de un grupo nutrido que accede a la plaza cuando ésta ya se encuentra llena de gente, a golpes y empujones, con gran agresividad, hasta hacerse con un amplio espacio en el centro de la plaza para deplegar sus banderas, desplazando por la fuerza a toda la gente que ya estaba allá. Al margen de consideraciones políticas o que se trate de la ikurriña, los presos o una imagen gigante de Paris Hilton, la irrupción de ese grupo en un espacio ya completamente ocupado por una muchedumbre crea una situación de riesgo que cualquier año puede provocar una avalancha humana o cualquier desgracia. A la vista están las imágenes y los vídeos.

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O nos permiten generar un peligro, o generaremos otro mayor. ¿Y por qué no ningún peligro?

Podría pensarse que, dadas las circunstancias, una irrupción por la fuerza de esta naturaleza sólo puede evitarse mediante la utilización de una fuerza aún mayor, por lo que se puede generar un problema superior al que se intenta evitar. Sin embargo sería ya una cuestión correspondiente a las fuerzas de orden público el determinar dónde y cómo se establecen los filtros adecuados para alejar o minimizar los posibles problemas. En cualquier caso algo chirría en el razonamiento de que hay que dejarle a alguien que cometa tranquilamente un mal porque ese mismo alguien amenaza con cometer un mal todavía mayor si no se le tolera.

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Resulta difícil por lo demás pensar que la ikurriña o los presos no estarán presentes de una u otra manera si así lo desea la izquierda abertzale, ya sea portando banderines con la ikurriña o carteles pequeños que escapen a la consideración de “banderas o telas de gran tamaño” a las que hace referencia el bando, o de cualquier otra manera más o menos ingeniosa. La cuestión es que la izquierda abertzale no decida una vez más apostar por la violencia sobre el ingenio. Porque pedir directamente a la izquierda abertzale que despolitice las Fiestas y el Chupinazo sería pedir demasiado.

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