A finales de la pasada semana, pudimos tener noticia, gracias a la misma red social en cuestión (en muchos casos), aunque resulte paradójico, de una noticia tanto bochornosa como escalofriante. Hablamos de uno de esos malos usos de la tecnología que pueden traducirse en nuevas modalidades de abuso sexual.
Concretamente, se interpuso una querella federal ante el tribunal del Distrito Norte de California, en la que se acusa a Twitter de obtener beneficios económicos (según el New York Post) a raíz de vídeos de explícito contenido sexual que afectaba menores.
La víctima habría sido un menor que, a sus 13-14 años, fue chantajeado, a través de la red social Snapchat, por un señor que se hacía pasar por una adolescente de dieciséis años. Consiguió, bajo chantaje y amenaza de difusión, que este le remitiese imágenes en las que apareciese desnudo.
Posteriormente, la situación se agravó, de modo que se le pidió que filmase audios en los que realizase actos sexuales tanto a solas como involucrando a algún otro menor. Todo esto hasta que el menor acabó tan harto como para bloquearles, lo cual puso fin a este acoso.
De todos modos, en 2019, este contenido audiovisual comenzó a circular por Twitter. En unas tres ocasiones se interpuso una demanda ante la compañía de Jack Dorsey pero, no hubo ningún éxito, pese a lo que sí estipulan explícitamente las reglas de conducta de este servicio.
A priori, uno podría pensar en suma incompetencia del personal humano que complementa la labor de los famosos algoritmos de control de contenido. Pero, por otro lado, puede no explicárselo dado lo rápidos y selectivos que son para boicotear cualquier cosa que moleste a la progrez. ¿Por qué será entonces?
No es habitual recurrir a la punta del iceberg de Internet para distribuir contenidos pedófilos
Ciertamente, no es muy habitual, últimamente, recurrir a los servicios de las Big Tech así como tampoco a cualquier otro punto fácilmente indexable por motores de búsqueda como Google, Bing o DuckDuckGo para compartir contenido pornográfico no adulto.
No necesariamente por los compromisos que hayan podido adquirir estos servicios en pro de la integridad de los menores. A día de hoy, casi todo el orbe persigue y penaliza la difusión, producción y posesión de contenido sexual de menores de edad.
Por ello mismo, se suele recurrir a la llamada Deep Web (o, en cierta medida, a las redes peer-to-peer (P2P), por cuanto no hay uno o varios servidores centralizados y fáciles de identificar). Se evita así tanto la censura como el arresto policial con su posterior procesamiento judicial.
Twitter no es contrario a la agenda ideológica del lobby LGTBI y de género
¿Qué puede estar tramando el CEO de Twitter ahora para censurarnos?
Dicho lo anterior, podrán preguntarme por qué Twitter hizo caso omiso a esas evidentes manifestaciones de pornografía infantil en los contenidos de su red social. No obstante, visto lo visto, sí que me quiero aventurar en una tesis.
Como he dicho, son capaces incluso de agarrarse como un clavo ardiendo a cualquier «contraposición técnica» (dando largas al resolver aclaraciones, incluso evitando explicaciones). Pero siempre se da, casualmente, contra cualquier agente que cuestione los dogmas progres y revolucionarios.
Jack Dorsey se ha manifestado abiertamente como izquierdista y, cuando ha procedido, no han dudado en customizar todo lo que han estimado oportuno para apoyar a grupos de presión como el LGTBI, las hordas feministas y el Black Lives Matter (bueno, y como sabemos, al partido demócrata).
Es más, pese a que YouTube no quiere que pase advertido (en contra de nuestra intención de las 00:00 del pasado domingo 24) que Dorsey anunció, en una conferencia de TED, su objetivo de «medir la salud conversacional» para evitar la «desinformación» en contextos como las campañas electorales.
Pero cualquiera sabe que una sociedad no es moralmente sana cuando el hedonismo y el liberacionismo sexual llegan hasta el punto de hipersexualizar a los menores, como se procura con avanzados programas de adoctrinamiento de la ideología de género en la educación.
Por lo cual se puede decir que no hay ninguna objeción de peso, por parte de Twitter, a una agenda que procura destruir la familia, el matrimonio así como la antropología natural (como se concibe cristianamente) en su absoluta e íntegra totalidad.
De hecho, conviene advertir, por enésima vez, en que el próximo paso que den los ideólogos de género será la legalización de las relaciones sexuales con menores de edad (y no, la pornografía no la reprueban). Un paso hacia ello es la progresiva rebaja legal de la edad de consentimiento sexual por cierto.
Y sí, sin conspirar, apuestan a que el liberacionismo sexual sea lo más potente posible, para desnaturalizar a los menores y facilitar su consecución de noviazgos sanos que les permitan conocerse lo suficiente como para dar el paso al matrimonio y esa procreación propia de sociedades fértiles y florecientes.
Con lo cual, no se echen las manos a la cabeza ante tales decisiones de Twitter (es más, no tenemos por qué olvidar la razonable polémica que suscitó Netflix con la película hipersexualizante y pro-pedofilia llamada Cuties). Nada sorprende, pero no por ello hay que callar, dejando que el problema aumente.