En las últimas fechas han tenido lugar dos acontecimientos aparentemente inconexos entre sí. De una parte, los usuarios de iphones han notado que en los mapas Pamplona ha pasado a denominarse Iruña. De otro lado, el Ayuntamiento de Pamplona ha cambiado el nombre a la Avenida del Ejército. Aunque en dos órdenes distintos, nada de esto es casual. El nacionalismo sabe que se puede cambiar la forma de pensar de las personas cambiando todo lo que rodea a las personas. De ahí su obsesión con los nombres, los topónimos o la presencia del vascuence en el paisaje urbano de toda Navarra, particularmente en los lugares de Navarra donde no se habla vascuence, que es donde se aspira a cambiar la forma de pensar de los navarros cambiando previamente todo su entorno. No es el único ni más impositivo mecanismo que el nacionalismo utiliza para crecer en apoyo social, pero es sin duda uno de los más destacados. ¿Y cuál es el paso siguiente? ¿Sustituir el nombre de Navarra por el de Nafarroa? Naturalmente que lo es.
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En aplicación del viejo principio de ver lo que sucede con las barbas del vecino para saber lo que les puede suceder a las tuyas, no hay más que observar lo sucedido por ejemplo en Guipúzcoa, que ya no es Guipúzcoa, sino Gipuzkoa. Sin embargo, esto no fue así hasta el año 2011, cuando el PSOE aceptó como condición del PNV para aprobar los Presupuestos Generales del Estado que Guipúzcoa pasara de denominarse Guipúzcoa a Gipuzkoa, y sólo Gipuzkoa, ni siquiera Guipúzcoa-Gipuzkoa. Y lo mismo para Vizcaya. Sólo Alava ha conservado y sólo de momento la denominación “Alava” además de la de “Araba”. El bilingüísmo es una etapa transitoria de los territorios castellanoparlantes hasta que pasan a ser vasoparlantes. Y entonces se elimina el español. O el estatal, que diría el nacionalismo. En la medida en que se pueda. Cuando se pueda. En todos los lugares que se pueda. Y todo lo demás son etapas intermedias hasta llegar a la euskaldunización exclusiva.
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Lo de Iruña en los mapas del iPhone, la inclusión del vascuence en todos los documentos oficiales con carácter preeminente, que en los parking aparezca el euskera con un tamaño de letra ligeramente superior al español, el lío con Telpark cuando de repente empezó a funcionar en vascuence… o el famoso mapa de la ETB, cuando aquí todavía no tenían el poder. Nada es casual. Usted no debe poder elegir que la administración se dirija a usted en español. Usted recibe los documentos en vascuence y español (no en español y vascuence) para que no haya forma de que usted evite el paisaje lingüístico euskaldún. Al nacionalismo le da igual el IRPF, la deuda, la Volkswagen, el Túnel de Velate, si Amaia se depila o si en la cripta del Monumento a los Caídos alguien canta en latín. El nacionalismo sacrificaría todo al vascuence porque la lengua, ahora que no es presentable usar la raza, es el elemento fundamental de la construcción nacional. Porque en este sentido lo que sucede con el nacionalismo vasco en la CAV y todavía más en Navarra resulta muy llamativo.
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Promover el pobre vascuence no es un fin, sino un medio
Aquí no es que el sentimiento nacional sea algo que se desarrolle por la peculiaridad de hablar una lengua, sino que se pretende invertir el proceso y que todo el mundo llegue a hablar una lengua peculiar para que a eso le siga el desarrollo de un sentimiento nacional. Por eso mismo el español tiene que desaparecer. Por eso el vascuence se ha politizado y corrompido. El bilingüismo no es suficiente. La gente podría desarrollar un sentimiento nacional español, o al menos de doble nacionalidad, mientras hable español. Así que el español tiene que ostentar primero un rango inferior frente al vascuence, como ya está pasando, puesto que es una lengua ajena e impuesta, y después desaparecer cuando el vascuence se convierta en lengua común a través de la inmersión lingüística obligatoria en los colegios, la discriminación de los castellanoparlantes en el empleo público, las contrataciones con la administración y la conversión del paisaje urbano en un ámbito primero bilingüe y después exclusivamente euskaldún. Por supuesto la premisa de que todos los que hablan una lengua deben constituir una nación y todas las naciones deben tener un estado, que es la idea que alimenta el interés por el vascuence en el nacionalismo, aboca además a la anexión de Navarra a la CAV. No puede haber dos estructuras políticas diferentes si tienen la misma lengua.
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De eso va que en los mapas del iPhone desaparezca Pamplona y aparezca Iruña y todo lo demás. Es un proceso gradual de gran amplitud. Y en Navarra sólo acaba de empezar.
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3 respuestas
Y yo que me alegro, somos de Iruña pues!
¿Quien dijo aquello de «tienes menos glamour que un perroflauta abertzale»?. Pues eso.
Tiré a la basura y roto en pedazos el calendario bilingüe del gobierno de Navarra que regaló el periódico. Por estar en bilingüe, claro.