Finalmente los partidos a favor de permanecer en el euro y cumplir más o menos fielmente las condiciones de los rescates comunitarios han ganado las elecciones en Grecia. La permanencia en el euro implica disciplina y ajustes, pero la salida implica la implosión del estado aunque la defienda la extrema izquierda. Grecia, como otros, no genera ni remotamente los ingresos que necesita para seguir pagando el coste actual de su estado. Salir del euro y romper con los acreedores y los mercados, más allá de las soflamas revolucionarias de la extrema izquierda o las ultranacionalistas neonazis, implica renunciar a rescates y financiación externa para depender exclusivamente de los propios ingresos. Como Grecia tiene muchos menos ingresos que gastos, romper con los mercados implica, entre otras cosas, la implosión de su estado.
A punto de romperse la zona euro
En el día de ayer pudo haberse consumado la ruptura de la zona euro. En teoría es imposible un corralito o el hundimiento de un país de la UE porque formamos parte del euro. Pero la semana pasada se ha hablado claramente de un posible corralito heleno como parte de las medidas de contingencia para hacer frente a una salida del euro de Grecia. Si Grecia puede salir del euro, desaparece el principio de irrompibilidad y por la misma lógica puede salir España o cualquier otro estado. En la parte alta de la tabla, el euro también puede aniquilarse porque sea Alemania quien decida volver al marco. El caso es que Navarra debe ser consciente de encontrarse en el ojo de un huracán perfecto en el que cotidianamente hablamos del fin de la unión monetaria o de la quiebra y rescate de estados. Es en este contexto semi-apocalíptico en el que Navarra tiene que decidir su política de gasto. Pero no se trata de relatar la gravedad extrema de la situación económica para hundirnos en el pesimismo, sino para tomar conciencia de la gravedad de la coyuntura que atravesamos. Tomando conciencia de ella es más fácil entender el tipo de recortes, ajustes y reformas que necesariamente tenemos que ir afrontando si queremos salvarnos –y seguramente aún podemos salvarnos- de la quiebra e implosión de nuestro propio estado.
Populismo y ruina
A lo largo de estos años han existido claramente dos filosofías opuestas de cara al gasto. Por un lado los partidarios de moderar el gasto, adecuarlo a los ingresos y practicar el equilibrio presupuestario. Si se tratara de una fábula infantil podríamos llamarlos hormigas. Paralelamente había quien todo el tiempo ha sido partidario de gastar más de lo que se ingresaba, incluso endeudándose cuanto fuera necesario y oponiéndose después de forma radical a todo recorte hasta cuando ya era imposible financiar el gasto. Podríamos llamarlos cigarras. Juzgue cada cual si hemos llegado a donde estamos por haber sido los últimos años un estado cigarra o un estado hormiga y si nuestra salvación pasa por ser más cigarras o más hormigas.
Un comentario
Pregúntenle a Roberto Jiménez cómo se dice «cigarra» en griego, que seguro que se lo sabe.