Llamativa portada ayer del diario El País poniendo el foco sobre un asunto respecto al que precisamente se evita a toda costa que sea el centro de atención, dicen que por el efecto imitación: el suicidio.
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La ministra de Sanidad, Carmen Montón, según relata el diario de PRISA convocó el viernes casi por sorpresa a asociaciones de profesionales y afectados por el suicidio en España para trasladarles su intención de poner en marcha un plan de prevención para este importante e ignorado problema de salud pública. En España se producen cada año entre 3.500 y 4.000 fallecidos por suicidio, según los datos del INE (3.569 en 2016) y casi 8.000 tentativas tan graves que requieren la hospitalización de los afectados.
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2 (ó 3) muertes por suicidio por cada muerte por accidente de tráfico
Fuentes de Sanidad utilizan un par de comparaciones elocuentes para dar idea de la gravedad de un problema que persiguen atajar con estrategias de detección precoz y publicidad. Por cada víctima mortal de la violencia de género ocurren en España unas 65 muertes por suicidio; por cada homicidio, 11; por cada fallecido en accidente de tráfico, 2. El suicidio es la primera causa de muerte no natural y, sin embargo, ni existe un plan específico de prevención ni el fenómeno recibe apenas atención mediática. Todo lo contrario, se evita a toda costa para, como se decía, evitar el efecto contagio o imitación.
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Como es obvio resulta imposible minimizar la gravedad de un problema tan grave, tan grande y tan silenciado, con todo el drama que representa para quienes padecen este tipo de tendencias y no digamos para sus familias. Dicho esto, también resulta difícil olvidar que, según se publicó nada más llegar Pedro Sánchez a la Moncloa, poco menos que la primera ley que iba a intentar aprobar el PSOE era la de la eutanasia, el suicidio asistido. O sea, que se va a facilitar el suicidio por un lado mientras se le combate por otro. También podría pensarse que la idea es facilitar el suicidio a quien no es capaz de suicidarse él mismo e impedírselo a quien sí puede cometerlo. Pues efectivamente, nosotros tampoco lo entendemos. Harán entonces un folleto para la eutanasia y otro totalmente distinto para el suicidio, suponemos, claramente diferenciados para evitar confusiones, confiando en que nadie llegue a leerse los dos folletos.
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