Ahora que gobiernan Navarra los nacioanlistas, nos dicen que ahí están y no ha llegado el apocalipsis. Nos iban a traer el reino de leche y miel y ahora dicen que nos conformemos con que no ha llegado el apocalipsis, pero bueno. El caso es que ahí está también Donald Trump, con todo lo que nos dijeron, y tampoco ha llegado el apocalipsis. Todo lo contrario: el paro baja, la economía crece, la bolsa sube, y encima va el tío y firma un acuerdo de desarme con Kim Jong Un, el presidente norcoreano que parece el malo chiflado de una película de James Bond. ¿No es por este tipo de cosas por las que se le da a la gente el Nobel de la Paz? ¿O el requisito es ser de izquierdas y ya luego si eso hacer algo por la paz? A Obama, no lo olvidemos, le dieron el Nobel de la Paz por la cara, a los pocos días de haber llegado a la Casa Blanca, sin haber hecho nada. Después hizo algunas que otras cosas, y algunas que otras cosas de ellas para mal.
x
El golpe de estado permanente contra Trump
Las elecciones estadounidenses en 2016 pusieron en evidencia la incapacidad de amplios sectores de la izquierda para aceptar un resultado democrático, esa misma izquierda que, por ejemplo, nos hacía tragar a Chávez o a Maduro cuando aún ganaban elecciones democráticamente. En los EEUU, esa izquierda la encarnaban personajes como Martin Sheen o Sean Penn y en general todo Hollywood y el aparato mediático clásico, debilitado no obstante por el desplazamiento de las autopistas de la información a las redes. Apenas contados los votos y confirmada la victoria electoral de Trump, se instó a los compromisarios republicanos a votar a otro candidato republicano, promoviendo una especie de pucherazo cuando la base del éxito de Trump era precisamente no ser el clásico candidato republicano. Una vez Trump tomó posesión del cargo, lo que la izquierda no obtuvo democráticamente en las urnas ha intentado conseguirlo sin descanso en los tribunales. La remota opción del “impeachment” (destitución) empezó a barajarse antes incluso de que Trump llegara a instalarse en el Ala Oeste. Todos estos esfuerzos de la izquierda estadounidense y mundial por hacernos ver lo débiles que son en realidad sus convicciones democráticas, contrasta todos los días con la evidencia de que el apocalipsis no llegaba. Es más, Trump estaba haciéndolo bien.
x
Los locos que no lo están tanto, y los cuerdos que tampoco
Hace unos meses Trump y Kim Jong Un eran los dos payasos pirados que, cada uno por su lado, iban a hacer estallar el planeta en una guerra termonuclear devastadora. Los dos payasos pirados, sin embargo, están demostrando que tal vez no estén tan pirados. De hecho puede que sean muy listos. Cada uno ha jugado sus cartas (te vendo mis bombas en vez de tirártelas) y seguramente les ha sacado el mayor partido posible. Su imagen ha dado un vuelco, han eliminado la tensión que ellos mismos habían creado hábilmente, han instaurado la paz y han abierto la puerta a un escenario de cooperación económica cuyos resultados nos podrían sorprender en algunos años. Desde luego en menudos líos nos han metido en las últimas décadas políticos que tenían todas las bendiciones del sistema y parecían cuerdos y sensatos cuando los votaron.
x
“En vez de lanzar misiles desde esas playas, podrías construir los mejores hoteles del mundo”
Seguramente es “la frase” de la cumbre entre líder estadounidense y el norcoreano. El “loco” Trump, magnate de los negocios y empresario inmobiliario, le hizo notar a Kim Jong Un que esas magníficas playas desde las que ha estado lanzando sus misiles y filmando los correspondientes vídeos propagandísticos, bien podrían servir para albergar los mejores hoteles del mundo. Desde luego es más que una frase de Trump, es la filosofía que ha llevado al libre mercado a protagonizar una etapa de paz y prosperidad como no se ha visto otra en toda la historia, menos donde no hay libre mercado, claro. De hecho, ahí puede verse el contraste entre dos filosofías una de las cuales no conduce más que a la confrontación y la miseria. Construye hoteles en vez de misiles y tendrás paz, dinero y armonía entre vecinos. Trump lo expresó a su manera pero, en el fondo, los hoteles de Trump son lo mismo que los lápices de Milton Friedman. Sumemos a esto que Trump es el primer político en mucho tiempo, al menos entre las grandes potencias, que está realizando propuestas limitadoras del aborto y provida. Tampoco es que pretendamos beatificar a Trump, obviar sus meteduras de pata o negar sus errores, pero a lo mejor tenemos que empezar a pensar que el peligro mayor no es Trump, sino todo lo que no es Trump.
x