Se acercan las elecciones europeas, una cita con las urnas que los españoles solemos despreciar con una llamativa abstención. Pero es un error. Todavía no nos hemos dado cuenta que España ya no se gobierna desde España, sino desde Bruselas. Y Bruselas desde Davos. Y cualquiera sabe quién decide lo que se ordena desde el Foro Económico Mundial en Davos. Lo que está claro es que el 90% de lo que se hace en España se decide desde fuera. Es todo normativa europea. No estamos en riesgo de caer bajo una tiranía globalista, ya estamos sumidos en ella. Y quizá lo más preocupante es que para empezar la rebelión, siquiera una rebelión en las urnas, primero tendríamos que ser conscientes de ella. Por tanto todavía ni siquiera ha empezado la rebelión, estamos aún en la fase de concienciación. La que se encuentra ya muy avanzada es la fase de la opresión.
Prohibido usar el coche el fin de semana: la medida ya se está planteando https://t.co/3CxMAr8GK7
— Diario de Noticias (@NoticiasNavarra) May 18, 2024
La última genialidad que viene desde Europa es la posibilidad de prohibir usar los coches a los ciudadanos durante el fin de semana. No es sólo que si la idea se está planteando en Alemania en cualquier momento llegará a España, sino que el origen de estas ocurrencias ni siquiera se encuentra en Alemania. También Alemania es víctima de esta tiranización globalista. No hay modo de que esto se plantee sólo en Alemania o sólo en España.
Naturalmente el anuncio ha tropezado con una fuerte resistencia en la opinión pública alemana. La gente quiere usar su coche para disfrutar de una escapada el fin de semana, precisamente el fin de semana. Mucha gente, además, usa el transporte público para desplazarse o para ir al trabajo los días laborables y quiere darse el gusto de usar su coche o su moto el fin de semana. ¿Pero puede resistir mucho la oposición popular a una medida si se la somete a un constante bombardeo por parte de los medios de comunicación y si se apela para justificar las restricciones al apocalipsis climático y a la lucha contra el calentamiento global?
Lamentablemente es probable que además de no poder disfrutar del coche y de las salidas de fin de semana no avancemos nada con estas restricciones en la lucha contra el apocalipsis climático, sea este una fantasía o sea real. Reventar el fin de semana a los europeos no servirá de nada si las emisiones de CO2 siguen aumentando en China o la India muy por encima de lo que las reducimos aquí. Por otro lado se somete a la gente a restricciones apabullantes y se la empobrece a costa de precios de la energía desorbitados por una renuncia meramente ideológica y contumaz a la energía nuclear. Dejaríamos de emitir mucho más CO2 usando más energía nuclear que dejando de usar el coche. La energía nuclear es barata, constante, independiente y no emite CO2, pero los políticos europeos han decidido que son mejores los campos de cultivo sustituidos por los de placas solares, la carne sintética, los cementerios de baterías, la inflación, la dependencia energética, las restricciones, la destrucción del sector de automóvil o los cánones de emisiones.
Más allá de las restriccicones adicionales que tengamos que padecer en el futuro, todos somos ya víctimas del empobrecimiento que nos provoca la inflación, el precio de la energía, el sobre-esfuerzo necesario para adquirir un vehículo o la crisis brutal del sector primario, que amenaza con su desaparición. Todo esto, que afecta salvajemente a nuestras vidas y que tiene consecuencias brutales sobre nuestros bolsillos, no somos conscientes sin embargo que son cosas que se deciden lejos de nuestras fronteras, en debates de los que ni siquiera nos enteramos, en lenguas que tampoco entendemos. Está muy bien vivir pendientes de los avatares de Sánchez y su señora, aunque hasta las próximas elecciones puede quedar legislatura para rato, pero la rebelión comienza en las europeas. Y en las europeas en definitiva sólo se puede votar dos cosas porque sólo hay dos clases de partidos: los que abogan por seguir con la agenda prevista y los que abogan por quemar esa agenda. De poco va a servir un cambio en España si no se produce además un cambio en Europa. Puede usted desentenderse de la política, o por lo menos del voto, tanto en España como en Bruselas o Estrasburgo, pero lo que no tiene sentido es preocuparse mucho por lo poco que se decide en España y desprecocuparse del enorme frente que todos tenemos abierto en el Parlamento Europeo.